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martes, 30 de abril de 2013

¿Los evangelios son verdaderos?

¿Hay escritos secretos sobre Jesús?
¿Los evangelios del Nuevo Testamento son la historia verdadera de Jesucristo según sus testigos directos, o podría haber cambiado el relato a través de los años? ¿Debemos simplemente tener fe en los relatos de Jesús del Nuevo Testamento o hay pruebas de su autenticidad?
El difunto presentador de ABC News Peter Jennings se encontraba en Israel filmando un programa especial sobre Jesucristo. Su programa, “En busca de Jesús”, exploró la cuestión de si el Jesús del Nuevo Testamento era fiel a los hechos históricos.
Jennings presentó las opiniones sobre los relatos de los evangelios del profesor de DePaul, John Dominic Crossan, de tres de los colegas de Crossan en el Jesus Seminar, y de dos especialistas más en estudios de la Biblia. (El Jesus Seminar es un grupo de especialistas que debaten sobre las palabras y acciones que se le atribuyen a Jesús, y usan cuentas rojas, rosadas, grises o negras para votar sobre qué tan confiables les parecen las afirmaciones de los evangelios.)[1]
Algunos de los comentarios fueron impactantes. En la televisión nacional el Dr. Crossan no sólo puso en duda más del 80 por ciento de las palabras de Jesús, sino que también negó la afirmación de Jesús sobre su propia divinidad, sus milagros y su resurrección. Era evidente que a Jennings le intrigó la imagen de Jesús que presentó Crossan.
La búsqueda de la historia verdadera de la Biblia siempre es noticia, y por eso cada año las revistas Time y Newsweek buscan la verdad sobre María, Jesús, Moisés o Abraham para sus portadas. O, ¿quién sabe? Quizá este año será “Bob: La historia nunca antes contada del discípulo número 13”.
Estos son para fines de entretenimiento, y por eso la investigación nunca termina ni da respuestas, dado que eso pondría fin a la futura programación. Más bien, juntan a personas con opiniones radicalmente diferentes, como en un episodio del programa de televisión “Survivor”, con lo cual complican totalmente el tema en vez de hacerlo más claro.
Sin embargo, el reporte de Jennings se concentró en un tema al que se le debe dar la debida consideración. Crossan aludió a que los relatos originales sobre Jesús fueron adornados por la tradición oral, y que no fueron registrados por escrito hasta después de haber fallecido los apóstoles. Por ello, generalmente no son confiables y no son un fiel retrato del verdadero Jesús. ¿Cómo podemos saber si eso es verdad?
¿Errores de traducción?
Entonces veamos, ¿que nos dicen las pruebas? Empecemos con dos preguntas sencillas: ¿Cuándo fueron escritos los documentos originales del Nuevo Testamento?, y ¿quién los escribió?
La importancia de estas preguntas debe quedar clara. Si los relatos sobre Jesús fueron escritos cuando los testigos directos ya habían fallecido, nadie podría verificar su veracidad. De lo contrario, si los relatos del Nuevo Testamento fueron escritos cuando aún estaban vivos los apóstoles originales, se podría haber confirmado su autenticidad. Pedro podría haber dicho sobre una falsificación con su nombre, “¡Oye, yo no escribí eso!”. Y Mateo, Marcos, Lucas o Juan podrían haber respondido a las preguntas o cuestionamientos a sus relatos sobre Jesús.
Los autores del Nuevo Testamento dijeron que eran los relatos de los testigos directos de Jesús. El apóstol Pedro dijo lo siguiente en una carta: “Pues no estábamos inventando cuentos ingeniosos cuando les hablamos de la poderosa venida de nuestro Señor Jesucristo.  Nosotros vimos su majestuoso esplendor con nuestros propios ojos”. (2 Pedro 1:16NTV).
Una parte importante del Nuevo Testamento son las 13 cartas del apóstol Pablo a las iglesias y cristianos tempranos. Las cartas de Pablo, que datan de mediados de los años 40 a medidos de los 60 (12 a 33 años después de Jesucristo), son los primeros testimonios sobre la vida y las enseñanzas de Jesús. Will Durant escribió sobre la importancia histórica de las cartas de Pablo, “Las pruebas cristianas sobre Jesús empiezan con las cartas que se atribuyen a San Pablo…Nadie ha cuestionado la existencia de Pablo, ni de sus repetidas reuniones con Pedro, Santiago y Juan, y Pablo admite envidioso que estos hombres habían conocido a Jesús en persona”.[2]
Pero entonces, ¿es verdad?
En libros, revistas y documentales de televisión, el Jesus Seminar sugiere que los evangelios fueron escritos en una fecha tan tardía como 130 a 150 d.C. por autores desconocidos. Si fueran correctas esas fechas más tardías, habría una brecha de aproximadamente 100 años desde la muerte de Jesús (los especialistas señalan que Jesús falleció entre 30 y 33 d.C.). Y entonces, como ya habrían fallecido todos los testigos directos, los evangelios sólo podrían haber sido escritos por autores desconocidos y fraudulentos.
Entonces, ¿qué pruebas tenemos respecto de la fecha en la que fueron escritos los relatos de los evangelios sobre Jesús? El consenso de la mayoría de los especialistas es que los evangelios fueron escritos por los apóstoles en el primer siglo. Ellos señalan diversas razones que analizaremos más adelante en este artículo. Por ahora, note que tres formas principales de pruebas parecen formar un sólido argumento a favor de sus conclusiones:
•   Documentos tempranos de herejes como Marción y la escuela de Valentín se refieren a los libros, temas y pasajes del Nuevo Testamento. (Vea “La sonrisa de Mona Lisa”)
•   Numerosos escritos de fuentes cristianas tempranas, como Clemente de Roma, Ignacio y Policarpo.
•   Copias que se han descubierto de fragmentos de los evangelios, las cuales han sido datadas con carbono con fechas tan tempranas como 117 d.C.
El arqueólogo bíblico William Albright concluyó sobre la base de sus investigaciones que todos los libros del Nuevo Testamento fueron escritos mientras la mayoría de los apóstoles seguían vivos. Él escribió, “Ya podemos decir categóricamente que no hay ningún fundamento sólido para datar a ninguno de los libros después de aproximadamente 80 d.C., dos generaciones enteras antes de las fechas de 130 a 150 d.C. que han propuesto los críticos actuales más radicales del Nuevo Testamento”.[4] En otro texto, Albright calculó que el Nuevo Testamento en su totalidad fue escrito “muy probablemente entre alrededor de 50 d.C. y 75 d.C.”.[5]
El especialista con fama de escéptico John A. T. Robinson calcula que el Nuevo Testamento data de una fecha aún más temprana que la mayoría de los especialistas conservadores. En “Volver a datar el Nuevo Testamento” (Redating the New Testament) Robinson dice que la mayor parte del Nuevo Testamento fue escrita entre 40 d.C. y 65 d.C. Eso significaría que fue escrito en una fecha tan temprana como siete años después de la muerte de Jesús.[6]Si fuera cierto, cualquier error histórico hubiera sido revelado inmediatamente, por los testigos directos y por los enemigos del cristianismo.
Veamos entonces el reguero de pistas que nos lleva desde los documentos originales hasta nuestras copias actuales del Nuevo Testamento.
¿Quién necesita fotocopias?
Los escritos originales de los apóstoles fueron venerados. Las iglesias los estudiaban, los compartían, los conservaban cuidadosamente y los escondían como tesoros.
Pero, desafortunadamente, las confiscaciones de los romanos, el paso de 2,000 años y la segunda ley de la termodinámica causaron grandes pérdidas. Entonces, ¿que nos queda hoy de esos escritos originales? Nada. Ya no existe ninguno de los manuscritos originales (aunque los estudiosos de la Biblia seguramente ven el programa de anticuarios Antiques Roadshow con la esperanza de que aparezca alguno).
Sin embargo, éste no fue el destino únicamente del Nuevo Testamento; ningún documento comparable de la antigüedad existe actualmente. A los historiadores no les preocupa la falta de manuscritos originales si tienen copias confiables que pueden examinar. ¿Existen copias antiguas del Nuevo Testamento? ¿Éstas son copias fieles de los textos originales?
A medida que se multiplicaron las iglesias, cientos de copias fueron elaboradas cuidadosamente bajo la supervisión de los líderes de la iglesia. Cada carta fue escrita meticulosamente en tinta sobre pergaminos o papiros. Por ello, los especialistas actuales pueden estudiar las copias sobrevivientes (y las copias de las copias, y las copias de las copias de las copias, y así sucesivamente) para determinar su autenticidad y llegar a una aproximación muy cercana de los documentos originales.
De hecho, los especialistas que estudian la literatura de la antigüedad han desarrollado la ciencia de la crítica de textos o textual para analizar documentos como La Odisea, comparándolos con otros documentos antiguos para determinar su exactitud. Más recientemente, el historiador militar Charles Sanders mejoró la crítica textual con el desarrollo de una prueba de tres partes que analiza no sólo la exactitud de la copia, sino también la credibilidad de los autores. Éstas son sus pruebas:
1.  La prueba bibliográfica
2.  La prueba de los indicios internos
3.  La prueba de los indicios externos [7]
Veamos qué ocurre cuando sometemos a los manuscritos tempranos del Nuevo Testamento a estas pruebas.

La prueba bibliográfica
Esta prueba compara un documento con la demás historia antigua del mismo periodo. Esta prueba pregunta:
• ¿Cuántas copias existen del documento original?
• ¿Cuán largo es el lapso de tiempo entre los escritos originales y las copias más tempranas?
• ¿Qué tan bien se condice un documento con la demás historia antigua?
Imagínese que tuviéramos sólo dos o tres copias de los manuscritos originales del Nuevo Testamento. La muestra sería tan pequeña que no podríamos verificar su exactitud. Por lo contrario, si tuviéramos cientos o incluso miles de copias, sería fácil identificar errores en los documentos mal transmitidos.
Entonces, ¿qué tan bien se compara el Nuevo Testamento con otros escritos antiguos con respecto a la cantidad de copias y al lapso de tiempo desde los escritos originales? Existen actualmente más de 5,000 manuscritos del Nuevo Testamento en la lengua original griega. Si contamos las traducciones a otros idiomas llegamos al número asombroso de 24,000, que datan del siglo segundo al cuarto.
Compare eso con el segundo mejor documentado manuscrito histórico de la antigüedad, la Ilíada de Homero, que tiene 643 copias.[8] Y recuerde que existen muchos menos manuscritos de la mayoría de las obras históricas de la antigüedad que de ése (suelen haber menos de 10). El especialista en el Nuevo Testamento Bruce Metzger dijo, “A diferencia de estas cifras [de otros manuscritos antiguos], al crítico textual del Nuevo Testamento le complica la abundancia de materiales”.[9]
 Lapso de tiempo
No sólo es importante la cantidad de manuscritos, sino el lapso de tiempo entre la fecha en la que fue escrito el original y la copia. A lo largo de mil años de copiar, no se sabe cómo puede cambiar un texto – a diferencia de lo que ocurre en un lapso de sólo cien años.
El crítico alemán Ferdinand Christian Baur (1792–1860) sostuvo que el evangelio de Juan no fue escrito hasta alrededor de 160 d.C., y por ello, no podía haberlo escrito Juan. Si esto fuera cierto, no sólo hubiera desacreditado a los escritos de Juan, sino también puesto en duda a todo el Nuevo Testamento. Pero más adelante se descubrieron en Egipto fragmentos ocultos de papiros del Nuevo Testamento, y entre ellos había un fragmento del evangelio de Juan (específicamente, P52: Juan 18:31-33) que data de aproximadamente 25 años después de que Juan escribió el original.
Metzger explicó, “Al igual que Robinson Crusoe, que al ver una sola pisada en la arena concluyó que otro ser humano, con dos pies, estaba en la isla con él, también P52 [el nombre del fragmento] demuestra la existencia y el uso del Cuarto Evangelio durante la primera mitad del siglo dos en un pueblo de provincia en el Río Nilo, lejos de su lugar de composición tradicional (Éfeso en Asia Menor)”.[10]Una y otra vez, la arqueología ha desenterrado copias de gran parte del Nuevo Testamento, que datan de entre los 150 años desde los originales.[11]
La mayor parte de los demás documentos de la antigüedad tiene lapsos de tiempo de 400 a 1,400 años. Por ejemplo, la Poética de Aristóteles fue escrita alrededor de 343 a.C., y su copia más temprana data de 1100 d.C., de la cual existen sólo cinco copias. Sin embargo, nadie está en busca del histórico Platón, diciendo que en realidad era bombero y no filósofo.
Existe una copia casi completa de la Biblia llamada Codex Vaticanus, que fue escrita sólo unos 250 a 300 años después de los escritos originales de los apóstoles. La copia más antigua del Nuevo Testamento completo que se conoce, escrita en las antiguas letras unciales, es el Codex Sinaiticus, que se conserva actualmente en el Museo Británico.
Al igual que el Codex Vaticanus, éste data del siglo IV. Vaticanus y Sinaiticus, que datan de los inicios de la historia cristiana, son similares a los demás manuscritos tempranos de la Biblia en el sentido de que difieren entre sí sólo mínimamente, y nos dan una muy buena idea de qué deben haber dicho los documentos originales.
Incluso el especialista crítico John A. T. Robinson ha admitido que, “La abundancia de manuscritos, y sobre todo, el pequeño lapso de tiempo entre los escritos y las copias existentes más tempranas, hacen de éste el texto mejor documentado de todos los escritos antiguos del mundo por lejos”.[12]El catedrático de Derecho John Warwick Montgomery dijo, “Dudar del texto resultante de los libros del Nuevo Testamento es dejar que toda la antigüedad clásica caiga en el olvido, porque ninguno de los demás documentos de la antigüedad están tan bien documentados bibliográficamente como el Nuevo Testamento”.[13]
Lo importante es que, si los textos del Nuevo Testamento fueron redactados y circularon tan cerca a los hechos mismos, lo más probable es que su representación de Jesús sea acertada. Pero los indicios externos no son la única forma de responder a la cuestión de la confiabilidad; los estudiosos también usan los indicios internos para contestar a esta pregunta.
El descubrimiento del Codex Sinaiticus
En 1844 el filósofo alemán Konstantin von Tischendorf estaba buscando manuscritos del Nuevo Testamento. Por casualidad, él notó una canasta llena de hojas antiguas en la biblioteca del monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí. El especialista alemán estaba sorprendido y entusiasmado. Él nunca había visto manuscritos griegos tan viejos. Tischendorf le preguntó sobre las hojas al bibliotecario y se horrorizó al saber que las hojas se habían desechado para ser utilizadas como combustible. ¡Ya se habían quemado dos canastas llenas de dichos papeles!
El entusiasmo de Tischendorf puso a los monjes en guardia y no le quisieron mostrar los demás manuscritos. Sin embargo, sí dejaron que Tischendorf se lleve las 43 hojas que había encontrado.
Quince años después, Tischendorf volvió al monasterio del Monte Sinaí, esta vez con ayuda del Zar Alejandro II de Rusia. Al llegar al lugar, un monje llevó a Tischendorf a su cuarto y le mostró un manuscrito envuelto en telas que había guardado en una repisa entre tazas y platos. Tischendorf reconoció inmediatamente los valiosos fragmentos restantes de los manuscritos que había visto anteriormente.
El monasterio accedió a presentar el manuscrito al Zar de Rusia como protector de la Iglesia Griega. En 1933, la Unión Soviética le vendió el manuscrito al Museo Británico por £100,000.
El Codex Sinaiticus es uno de los manuscritos más tempranos que tenemos del Nuevo Testamento completo, y es uno de los más importantes. Algunos presumen que es una de las 50 Biblias que el Emperador Constantino le encargó a Eusebio que elabore a inicios del siglo IV. El Codex Sinaiticus ha sido de gran ayuda para los especialistas para verificar la veracidad del Nuevo Testamento.
La prueba de los indicios internos
Como buenos detectives, los historiadores verifican la confiabilidad por medio del estudio de las pistas internas. Dichas pistas revelan los motivos de los autores y su voluntad de revelar detalles y otros aspectos que se podrían verificar. Las pistas internas clave que usan estos especialistas para evaluar la confiabilidad son:
•  La uniformidad de los testimonios de los testigos directos
•  Detalles sobre los nombres, lugares y eventos
•  Cartas a personas o grupos pequeños
•  Aspectos que causarían incomodidad a los autores
•  La presencia de información irrelevante o contraproducente
•  La falta de información pertinente. [14]
Tomemos el ejemplo de la película Friday Night Lights. Pretende ser basada en hechos reales, pero como tantas películas que se basan, en términos generales, en hechos reales, uno siempre se pregunta, “¿Realmente pasó así?” Entonces, ¿cómo podríamos determinar su confiabilidad histórica?
Una pista sería la presencia de información irrelevante. Digamos que a la mitad de la película, sin motivo aparente, el entrenador recibe una llamada telefónica con la noticia de que su madre tiene cáncer al cerebro. El evento no tiene nada que ver con la trama y no se menciona nuevamente. La única explicación de la presencia de este hecho irrelevante sería que realmente ocurrió así y que el director quería ser fiel a los hechos.
Otro ejemplo de la misma película. Siguiendo la evolución de la historia, queremos que los Permian Panthers ganen el campeonato estatal. Pero no ganan. Uno siente que esto es contraproducente para la trama, y sabemos inmediatamente que es porque los Permian perdieron el partido en la vida real. La presencia de información contraproducente también es un indicio de la exactitud histórica.
Finalmente, el uso de los pueblos reales y de lugares conocidos como el estadio Astrodome de Houston nos lleva a considerar que esos elementos de la historia son hechos históricos reales, ya que sería demasiado fácil verificarlos.
Éstos son sólo algunos ejemplos de cómo las pruebas internas nos pueden conducir o alejar de la conclusión de que un documento es históricamente confiable. Veamos brevemente las pruebas internas de la autenticidad histórica del Nuevo Testamento.
Diversos aspectos del Nuevo Testamento nos ayudan a determinar su confiabilidad sobre la base de su propio contenido y cualidades.
Uniformidad
Los documentos falsos no contienen testimonios de testigos directos, o éstos no concuerdan entre sí. Por ello, una clara contradicción entre los evangelios sería una prueba de que contienen errores. Pero por otra parte, si cada evangelio dijera exactamente lo mismo, esto haría que se sospeche una confabulación. Sería como si conspiradores tratasen de ponerse de acuerdo sobre cada detalle de su complot. Demasiada uniformidad es tan sospechosa como la falta de uniformidad.
Los testigos oculares de un delito o un accidente generalmente aciertan en cuanto a los principales eventos, pero lo ven desde perspectivas diferentes. Asimismo, los cuatro evangelios describen los eventos de la vida de Jesús desde diferentes perspectivas. Sin embargo, independientemente de estas perspectivas, los especialistas en el estudio de la Biblia están sorprendidos por la uniformidad de sus relatos, y por la clara representación de Jesús y sus enseñanzas que se logra a través de sus testimonios complementarios.
Detalles 
A los historiadores les gustan los detalles en un documento porque facilitan la verificación de la autenticidad. Las cartas de Pablo están llenas de detalles y los evangelios abundan en detalles. Por ejemplo, el evangelio de Lucas y su libro de Hechos fueron dirigidos a un noble llamado Teófilo, quien era sin duda una persona muy conocida en ese momento.
Si estos escritos fueran meras invenciones de los apóstoles, los nombres, lugares y eventos falsos hubieran sido detectados rápidamente por sus enemigos, los líderes judíos y romanos. Este hubiera sido el “Watergate” del primer siglo. Sin embargo, muchos de los detalles del Nuevo Testamento se han comprobado como ciertos por medio de verificaciones independientes. Por ejemplo, el historiador clásico Colin Hemer, “identifica 84 hechos en los últimos 16 capítulos de los Hechos que han sido confirmados por investigaciones arqueológicas”.[15]
En los últimos siglos, especialistas en el estudio de la Biblia escépticos han atacado tanto la autoría como la fecha de Lucas, afirmando que fue escrito en el siglo dos por un autor desconocido. El arqueólogo William Ramsey estaba convencido de que tenían razón, y comenzó a investigar. Después de realizar una investigación exhaustiva, el arqueólogo cambió de opinión. Ramsey admitió que, “Lucas es un historiador de primer nivel…Este autor se debe considerar entre los más grandes historiadores…La historia de Lucas no tiene par en cuanto a su confiabilidad”.[16]
Los Hechos narra los viajes misioneros de Pablo y habla de los lugares que visitó, la gente que vio, los mensajes que dio y la persecución que sufrió. ¿Se podrían haber falsificado todos estos detalles? El historiador romano A.N. Sherwin-White escribió, “En los Hechos, la confirmación de su autenticidad histórica es abrumadora…Cualquier intento de rechazar su autenticidad ahora debe parecer absurdo. Los historiadores romanos lo han considerado un hecho desde hace mucho tiempo”.[17]
Desde los relatos de los evangelios hasta las cartas de Pablo, los autores del Nuevo Testamento describen los detalles abiertamente, llegando incluso a mencionar los nombres de personas que estaban vivas en ese momento. Los historiadores han verificado por lo menos treinta de esos nombres.[18]
Cartas a grupos pequeños
La mayoría de los textos falsos son de documentos de naturaleza tanto general como pública, como lo es este artículo (sin duda ya circulan innumerables falsificaciones en el mercado negro). El experto en historia Louis Gottschalk señala que las cartas personales dirigidas a un público pequeño tienen una alta probabilidad de ser confiables.[19] ¿A qué categoría corresponden los documentos del Nuevo Testamento?
De hecho, es evidente que algunos de ellos están dirigidos a la circulación general. Sin embargo, gran parte del Nuevo Testamento son cartas personales a personas y grupos pequeños. Por lo menos esos documentos no serían considerados buenos candidatos para la falsificación.
Aspectos vergonzosos
La mayoría de los autores no se quieren avergonzar públicamente. Por ello, los historiadores han notado que documentos que contienen información que puede incomodar a los autores generalmente pueden ser considerados confiables. ¿Qué dijeron los autores del Nuevo Testamento sobre sí mismos?
Sorprendentemente, los autores del Nuevo Testamento se presentaron repetidamente como personas lerdas, cobardes y desleales. Por ejemplo, recuerde la triple negación de Jesús por Pedro, o las discusiones de los discípulos sobre cuál de ellos era el mejor – ambos fueron relatados en los evangelios. Dado que el respeto a los apóstoles era esencial en la iglesia temprana, la inclusión de este tipo de información no tendría mucho sentido si no fuera porque los apóstoles estaban narrando los hechos de manera fiel.[20]
En “La historia de la civilización” (The Story of Civilization), Will Durant escribió sobre los apóstoles, “Éstos no eran el tipo de hombres que uno hubieran elegido para reformar el mundo. Los evangelios diferencian sus personalidades de manera realista, y exponen sus fallas de manera sincera”.[21]
Información contraproducente o irrelevante
Los evangelios nos cuentan que la tumba vacía de Jesús fue descubierta por una mujer, a pesar de que en Israel el testimonio de las mujeres era considerado prácticamente sin ningún valor y ni siquiera era admitido ante un tribunal. Se cuenta que la madre y la familia de Jesús dijeron creer que él se había vuelto loco. Se dice que algunas de las últimas palabras de Jesús en la cruz fueron, “Dios mío, dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Y sigue así la lista de eventos que se relatan en el Nuevo Testamento que serían contraproducentes si la intención del autor no fuera transmitir de manera exacta la vida y las enseñanzas de Jesucristo.
Falta de información pertinente
Es irónico (o tal vez, incluso es lógico) que no se tratan la mayor parte de los principales temas que enfrentaba la iglesia en el primer siglo – la misión de los gentiles, los dones espirituales, el bautismo, el liderazgo – en las palabras relatadas de Jesús. Si sus seguidores simplemente estuvieran elaborando material con que promover a la iglesia emergente, no se entiende por qué no hubieran inventado instrucciones de parte de Jesús sobre estos temas. En un caso, el apóstol Pablo dice abiertamente sobre un tema en particular, “Sobre esto no tenemos ninguna enseñanza del Señor”.
La prueba de los indicios externos
La tercera y última medida para evaluar la confiabilidad de un documento es la prueba de los indicios externos, la cual plantea la pregunta, “¿Los registros históricos ajenos al Nuevo Testamento confirman su confiabilidad?” Entonces, ¿qué dijeron los historiadores no cristianos sobre Jesucristo?
“En total, por lo menos diecisiete escritos no cristianos narran más de cincuenta detalles sobre la vida, enseñanzas, muerte y resurrección de Jesús, además de algunos detalles sobre la iglesia temprana”.[22] Esto es asombroso en vista de la falta de historia existente sobre esta época. Jesús se menciona en más fuentes que las conquistas de César durante este mismo periodo. Esto es aún más asombroso, considerando que estas confirmaciones de los detalles del Nuevo Testamento datan de 20 a 150 años después de la muerte de Jesús, “que es bastante temprano según los estándares de la historiografía antigua”.[23]
La confiabilidad del Nuevo Testamento también se ve respaldada por más de 36,000 documentos cristianos ajenos a la Biblia (citas de los líderes de la iglesia de los primeros tres siglos) que datan de fechas tan tempranas como diez años después del último escrito del Nuevo Testamento.[24] Si se perdieran todas las copias del Nuevo Testamento, uno lo podría reproducir a partir de estas otras cartas y documentos, a excepción de unos cuantos versículos.[25]
El profesor emérito de Boston University, Howard Clark Kee, concluye que, “El resultado del análisis de las fuentes ajenas al Nuevo Testamento que se relacionan…con nuestros conocimientos de Jesús confirman su existencia histórica, sus poderes extraordinarios, la devoción de sus seguidores, la supervivencia del movimiento después de su muerte…y la penetración del Cristianismo…en Roma misma a fines del primer siglo”.[26]
De esta manera, la prueba de los indicios externos se realiza a partir de la información proporcionada por otras pruebas. A pesar de las conjeturas de unos cuantos escépticos radicales, el retrato del Nuevo Testamento del verdadero Jesús es prácticamente impecable. Aunque hay algunos disidentes como el Jesus Seminar, el consenso entre los expertos, independientemente de sus creencias religiosas, confirma que el Nuevo Testamento que leemos actualmente representa de manera fiel tanto las palabras como los eventos de la vida de Jesús.
Clark Pinnock, profesor de interpretación de McMaster Divinity College, lo resumió bien al decir que, “No existe ningún otro documento del mundo antiguo que es confirmado por un conjunto tan excelente de testimonios textuales e históricos…Una persona sincera no puede descartar una fuente de este tipo. El escepticismo respecto a la legitimidad histórica del cristianismo se basa en un fundamento irracional”.[27]
¿Jesús realmente resucitó?
La gran pregunta de nuestro tiempo es “¿Quién es el verdadero Jesucristo?” ¿Fue sólo un hombre excepcional, o era Dios encarnado, como creyeron Pablo, Juan y sus otros discípulos?
Los testigos directos de Jesucristo realmente hablaban y actuaban como si ellos creyeran que él resucitó de la muerte después de su crucifixión.  Si ellos estaban equivocados, el cristianismo se fundó sobre la base de una mentira.  Pero si tenían razón, dicho milagro sería una prueba de todo lo que dijo Jesús sobre Dios, sobre sí mismo y sobre nosotros.
¿Debemos creer en la resurrección de Jesús únicamente basados en la fe o hay pruebas históricas sólidas?  Varios escépticos han estudiado los registros históricos a fin de probar la falsedad del relato de la resurrección. ¿Qué descubrieron?
¿Jesús dijo qué pasa después de la muerte?
 Si Jesús realmente resucitó, entonces debe saber qué hay al otro lado. ¿Qué dijo Jesús sobre el sentido de la vida y sobre nuestro futuro? ¿Hay muchos caminos a Dios, o Jesús dijo que él era el único camino? 
Muchas preguntas siguen sin respuestas….podra saberse la verdad algún dia ???

Nada de lo que escuches, sin importar quien lo diga. Nada de lo que leas, sin importar dónde esté escrito. Nada debes aceptar, sin previo discernirlo. Y por ti mismo, deberás decidir su validez o no. Lee, Informate e ¡Investiga! Cometa Azul Te saluda

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