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martes, 30 de abril de 2013

¿Los evangelios son verdaderos?

¿Hay escritos secretos sobre Jesús?
¿Los evangelios del Nuevo Testamento son la historia verdadera de Jesucristo según sus testigos directos, o podría haber cambiado el relato a través de los años? ¿Debemos simplemente tener fe en los relatos de Jesús del Nuevo Testamento o hay pruebas de su autenticidad?
El difunto presentador de ABC News Peter Jennings se encontraba en Israel filmando un programa especial sobre Jesucristo. Su programa, “En busca de Jesús”, exploró la cuestión de si el Jesús del Nuevo Testamento era fiel a los hechos históricos.
Jennings presentó las opiniones sobre los relatos de los evangelios del profesor de DePaul, John Dominic Crossan, de tres de los colegas de Crossan en el Jesus Seminar, y de dos especialistas más en estudios de la Biblia. (El Jesus Seminar es un grupo de especialistas que debaten sobre las palabras y acciones que se le atribuyen a Jesús, y usan cuentas rojas, rosadas, grises o negras para votar sobre qué tan confiables les parecen las afirmaciones de los evangelios.)[1]
Algunos de los comentarios fueron impactantes. En la televisión nacional el Dr. Crossan no sólo puso en duda más del 80 por ciento de las palabras de Jesús, sino que también negó la afirmación de Jesús sobre su propia divinidad, sus milagros y su resurrección. Era evidente que a Jennings le intrigó la imagen de Jesús que presentó Crossan.
La búsqueda de la historia verdadera de la Biblia siempre es noticia, y por eso cada año las revistas Time y Newsweek buscan la verdad sobre María, Jesús, Moisés o Abraham para sus portadas. O, ¿quién sabe? Quizá este año será “Bob: La historia nunca antes contada del discípulo número 13”.
Estos son para fines de entretenimiento, y por eso la investigación nunca termina ni da respuestas, dado que eso pondría fin a la futura programación. Más bien, juntan a personas con opiniones radicalmente diferentes, como en un episodio del programa de televisión “Survivor”, con lo cual complican totalmente el tema en vez de hacerlo más claro.
Sin embargo, el reporte de Jennings se concentró en un tema al que se le debe dar la debida consideración. Crossan aludió a que los relatos originales sobre Jesús fueron adornados por la tradición oral, y que no fueron registrados por escrito hasta después de haber fallecido los apóstoles. Por ello, generalmente no son confiables y no son un fiel retrato del verdadero Jesús. ¿Cómo podemos saber si eso es verdad?
¿Errores de traducción?
Entonces veamos, ¿que nos dicen las pruebas? Empecemos con dos preguntas sencillas: ¿Cuándo fueron escritos los documentos originales del Nuevo Testamento?, y ¿quién los escribió?
La importancia de estas preguntas debe quedar clara. Si los relatos sobre Jesús fueron escritos cuando los testigos directos ya habían fallecido, nadie podría verificar su veracidad. De lo contrario, si los relatos del Nuevo Testamento fueron escritos cuando aún estaban vivos los apóstoles originales, se podría haber confirmado su autenticidad. Pedro podría haber dicho sobre una falsificación con su nombre, “¡Oye, yo no escribí eso!”. Y Mateo, Marcos, Lucas o Juan podrían haber respondido a las preguntas o cuestionamientos a sus relatos sobre Jesús.
Los autores del Nuevo Testamento dijeron que eran los relatos de los testigos directos de Jesús. El apóstol Pedro dijo lo siguiente en una carta: “Pues no estábamos inventando cuentos ingeniosos cuando les hablamos de la poderosa venida de nuestro Señor Jesucristo.  Nosotros vimos su majestuoso esplendor con nuestros propios ojos”. (2 Pedro 1:16NTV).
Una parte importante del Nuevo Testamento son las 13 cartas del apóstol Pablo a las iglesias y cristianos tempranos. Las cartas de Pablo, que datan de mediados de los años 40 a medidos de los 60 (12 a 33 años después de Jesucristo), son los primeros testimonios sobre la vida y las enseñanzas de Jesús. Will Durant escribió sobre la importancia histórica de las cartas de Pablo, “Las pruebas cristianas sobre Jesús empiezan con las cartas que se atribuyen a San Pablo…Nadie ha cuestionado la existencia de Pablo, ni de sus repetidas reuniones con Pedro, Santiago y Juan, y Pablo admite envidioso que estos hombres habían conocido a Jesús en persona”.[2]
Pero entonces, ¿es verdad?
En libros, revistas y documentales de televisión, el Jesus Seminar sugiere que los evangelios fueron escritos en una fecha tan tardía como 130 a 150 d.C. por autores desconocidos. Si fueran correctas esas fechas más tardías, habría una brecha de aproximadamente 100 años desde la muerte de Jesús (los especialistas señalan que Jesús falleció entre 30 y 33 d.C.). Y entonces, como ya habrían fallecido todos los testigos directos, los evangelios sólo podrían haber sido escritos por autores desconocidos y fraudulentos.
Entonces, ¿qué pruebas tenemos respecto de la fecha en la que fueron escritos los relatos de los evangelios sobre Jesús? El consenso de la mayoría de los especialistas es que los evangelios fueron escritos por los apóstoles en el primer siglo. Ellos señalan diversas razones que analizaremos más adelante en este artículo. Por ahora, note que tres formas principales de pruebas parecen formar un sólido argumento a favor de sus conclusiones:
•   Documentos tempranos de herejes como Marción y la escuela de Valentín se refieren a los libros, temas y pasajes del Nuevo Testamento. (Vea “La sonrisa de Mona Lisa”)
•   Numerosos escritos de fuentes cristianas tempranas, como Clemente de Roma, Ignacio y Policarpo.
•   Copias que se han descubierto de fragmentos de los evangelios, las cuales han sido datadas con carbono con fechas tan tempranas como 117 d.C.
El arqueólogo bíblico William Albright concluyó sobre la base de sus investigaciones que todos los libros del Nuevo Testamento fueron escritos mientras la mayoría de los apóstoles seguían vivos. Él escribió, “Ya podemos decir categóricamente que no hay ningún fundamento sólido para datar a ninguno de los libros después de aproximadamente 80 d.C., dos generaciones enteras antes de las fechas de 130 a 150 d.C. que han propuesto los críticos actuales más radicales del Nuevo Testamento”.[4] En otro texto, Albright calculó que el Nuevo Testamento en su totalidad fue escrito “muy probablemente entre alrededor de 50 d.C. y 75 d.C.”.[5]
El especialista con fama de escéptico John A. T. Robinson calcula que el Nuevo Testamento data de una fecha aún más temprana que la mayoría de los especialistas conservadores. En “Volver a datar el Nuevo Testamento” (Redating the New Testament) Robinson dice que la mayor parte del Nuevo Testamento fue escrita entre 40 d.C. y 65 d.C. Eso significaría que fue escrito en una fecha tan temprana como siete años después de la muerte de Jesús.[6]Si fuera cierto, cualquier error histórico hubiera sido revelado inmediatamente, por los testigos directos y por los enemigos del cristianismo.
Veamos entonces el reguero de pistas que nos lleva desde los documentos originales hasta nuestras copias actuales del Nuevo Testamento.
¿Quién necesita fotocopias?
Los escritos originales de los apóstoles fueron venerados. Las iglesias los estudiaban, los compartían, los conservaban cuidadosamente y los escondían como tesoros.
Pero, desafortunadamente, las confiscaciones de los romanos, el paso de 2,000 años y la segunda ley de la termodinámica causaron grandes pérdidas. Entonces, ¿que nos queda hoy de esos escritos originales? Nada. Ya no existe ninguno de los manuscritos originales (aunque los estudiosos de la Biblia seguramente ven el programa de anticuarios Antiques Roadshow con la esperanza de que aparezca alguno).
Sin embargo, éste no fue el destino únicamente del Nuevo Testamento; ningún documento comparable de la antigüedad existe actualmente. A los historiadores no les preocupa la falta de manuscritos originales si tienen copias confiables que pueden examinar. ¿Existen copias antiguas del Nuevo Testamento? ¿Éstas son copias fieles de los textos originales?
A medida que se multiplicaron las iglesias, cientos de copias fueron elaboradas cuidadosamente bajo la supervisión de los líderes de la iglesia. Cada carta fue escrita meticulosamente en tinta sobre pergaminos o papiros. Por ello, los especialistas actuales pueden estudiar las copias sobrevivientes (y las copias de las copias, y las copias de las copias de las copias, y así sucesivamente) para determinar su autenticidad y llegar a una aproximación muy cercana de los documentos originales.
De hecho, los especialistas que estudian la literatura de la antigüedad han desarrollado la ciencia de la crítica de textos o textual para analizar documentos como La Odisea, comparándolos con otros documentos antiguos para determinar su exactitud. Más recientemente, el historiador militar Charles Sanders mejoró la crítica textual con el desarrollo de una prueba de tres partes que analiza no sólo la exactitud de la copia, sino también la credibilidad de los autores. Éstas son sus pruebas:
1.  La prueba bibliográfica
2.  La prueba de los indicios internos
3.  La prueba de los indicios externos [7]
Veamos qué ocurre cuando sometemos a los manuscritos tempranos del Nuevo Testamento a estas pruebas.

La prueba bibliográfica
Esta prueba compara un documento con la demás historia antigua del mismo periodo. Esta prueba pregunta:
• ¿Cuántas copias existen del documento original?
• ¿Cuán largo es el lapso de tiempo entre los escritos originales y las copias más tempranas?
• ¿Qué tan bien se condice un documento con la demás historia antigua?
Imagínese que tuviéramos sólo dos o tres copias de los manuscritos originales del Nuevo Testamento. La muestra sería tan pequeña que no podríamos verificar su exactitud. Por lo contrario, si tuviéramos cientos o incluso miles de copias, sería fácil identificar errores en los documentos mal transmitidos.
Entonces, ¿qué tan bien se compara el Nuevo Testamento con otros escritos antiguos con respecto a la cantidad de copias y al lapso de tiempo desde los escritos originales? Existen actualmente más de 5,000 manuscritos del Nuevo Testamento en la lengua original griega. Si contamos las traducciones a otros idiomas llegamos al número asombroso de 24,000, que datan del siglo segundo al cuarto.
Compare eso con el segundo mejor documentado manuscrito histórico de la antigüedad, la Ilíada de Homero, que tiene 643 copias.[8] Y recuerde que existen muchos menos manuscritos de la mayoría de las obras históricas de la antigüedad que de ése (suelen haber menos de 10). El especialista en el Nuevo Testamento Bruce Metzger dijo, “A diferencia de estas cifras [de otros manuscritos antiguos], al crítico textual del Nuevo Testamento le complica la abundancia de materiales”.[9]
 Lapso de tiempo
No sólo es importante la cantidad de manuscritos, sino el lapso de tiempo entre la fecha en la que fue escrito el original y la copia. A lo largo de mil años de copiar, no se sabe cómo puede cambiar un texto – a diferencia de lo que ocurre en un lapso de sólo cien años.
El crítico alemán Ferdinand Christian Baur (1792–1860) sostuvo que el evangelio de Juan no fue escrito hasta alrededor de 160 d.C., y por ello, no podía haberlo escrito Juan. Si esto fuera cierto, no sólo hubiera desacreditado a los escritos de Juan, sino también puesto en duda a todo el Nuevo Testamento. Pero más adelante se descubrieron en Egipto fragmentos ocultos de papiros del Nuevo Testamento, y entre ellos había un fragmento del evangelio de Juan (específicamente, P52: Juan 18:31-33) que data de aproximadamente 25 años después de que Juan escribió el original.
Metzger explicó, “Al igual que Robinson Crusoe, que al ver una sola pisada en la arena concluyó que otro ser humano, con dos pies, estaba en la isla con él, también P52 [el nombre del fragmento] demuestra la existencia y el uso del Cuarto Evangelio durante la primera mitad del siglo dos en un pueblo de provincia en el Río Nilo, lejos de su lugar de composición tradicional (Éfeso en Asia Menor)”.[10]Una y otra vez, la arqueología ha desenterrado copias de gran parte del Nuevo Testamento, que datan de entre los 150 años desde los originales.[11]
La mayor parte de los demás documentos de la antigüedad tiene lapsos de tiempo de 400 a 1,400 años. Por ejemplo, la Poética de Aristóteles fue escrita alrededor de 343 a.C., y su copia más temprana data de 1100 d.C., de la cual existen sólo cinco copias. Sin embargo, nadie está en busca del histórico Platón, diciendo que en realidad era bombero y no filósofo.
Existe una copia casi completa de la Biblia llamada Codex Vaticanus, que fue escrita sólo unos 250 a 300 años después de los escritos originales de los apóstoles. La copia más antigua del Nuevo Testamento completo que se conoce, escrita en las antiguas letras unciales, es el Codex Sinaiticus, que se conserva actualmente en el Museo Británico.
Al igual que el Codex Vaticanus, éste data del siglo IV. Vaticanus y Sinaiticus, que datan de los inicios de la historia cristiana, son similares a los demás manuscritos tempranos de la Biblia en el sentido de que difieren entre sí sólo mínimamente, y nos dan una muy buena idea de qué deben haber dicho los documentos originales.
Incluso el especialista crítico John A. T. Robinson ha admitido que, “La abundancia de manuscritos, y sobre todo, el pequeño lapso de tiempo entre los escritos y las copias existentes más tempranas, hacen de éste el texto mejor documentado de todos los escritos antiguos del mundo por lejos”.[12]El catedrático de Derecho John Warwick Montgomery dijo, “Dudar del texto resultante de los libros del Nuevo Testamento es dejar que toda la antigüedad clásica caiga en el olvido, porque ninguno de los demás documentos de la antigüedad están tan bien documentados bibliográficamente como el Nuevo Testamento”.[13]
Lo importante es que, si los textos del Nuevo Testamento fueron redactados y circularon tan cerca a los hechos mismos, lo más probable es que su representación de Jesús sea acertada. Pero los indicios externos no son la única forma de responder a la cuestión de la confiabilidad; los estudiosos también usan los indicios internos para contestar a esta pregunta.
El descubrimiento del Codex Sinaiticus
En 1844 el filósofo alemán Konstantin von Tischendorf estaba buscando manuscritos del Nuevo Testamento. Por casualidad, él notó una canasta llena de hojas antiguas en la biblioteca del monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí. El especialista alemán estaba sorprendido y entusiasmado. Él nunca había visto manuscritos griegos tan viejos. Tischendorf le preguntó sobre las hojas al bibliotecario y se horrorizó al saber que las hojas se habían desechado para ser utilizadas como combustible. ¡Ya se habían quemado dos canastas llenas de dichos papeles!
El entusiasmo de Tischendorf puso a los monjes en guardia y no le quisieron mostrar los demás manuscritos. Sin embargo, sí dejaron que Tischendorf se lleve las 43 hojas que había encontrado.
Quince años después, Tischendorf volvió al monasterio del Monte Sinaí, esta vez con ayuda del Zar Alejandro II de Rusia. Al llegar al lugar, un monje llevó a Tischendorf a su cuarto y le mostró un manuscrito envuelto en telas que había guardado en una repisa entre tazas y platos. Tischendorf reconoció inmediatamente los valiosos fragmentos restantes de los manuscritos que había visto anteriormente.
El monasterio accedió a presentar el manuscrito al Zar de Rusia como protector de la Iglesia Griega. En 1933, la Unión Soviética le vendió el manuscrito al Museo Británico por £100,000.
El Codex Sinaiticus es uno de los manuscritos más tempranos que tenemos del Nuevo Testamento completo, y es uno de los más importantes. Algunos presumen que es una de las 50 Biblias que el Emperador Constantino le encargó a Eusebio que elabore a inicios del siglo IV. El Codex Sinaiticus ha sido de gran ayuda para los especialistas para verificar la veracidad del Nuevo Testamento.
La prueba de los indicios internos
Como buenos detectives, los historiadores verifican la confiabilidad por medio del estudio de las pistas internas. Dichas pistas revelan los motivos de los autores y su voluntad de revelar detalles y otros aspectos que se podrían verificar. Las pistas internas clave que usan estos especialistas para evaluar la confiabilidad son:
•  La uniformidad de los testimonios de los testigos directos
•  Detalles sobre los nombres, lugares y eventos
•  Cartas a personas o grupos pequeños
•  Aspectos que causarían incomodidad a los autores
•  La presencia de información irrelevante o contraproducente
•  La falta de información pertinente. [14]
Tomemos el ejemplo de la película Friday Night Lights. Pretende ser basada en hechos reales, pero como tantas películas que se basan, en términos generales, en hechos reales, uno siempre se pregunta, “¿Realmente pasó así?” Entonces, ¿cómo podríamos determinar su confiabilidad histórica?
Una pista sería la presencia de información irrelevante. Digamos que a la mitad de la película, sin motivo aparente, el entrenador recibe una llamada telefónica con la noticia de que su madre tiene cáncer al cerebro. El evento no tiene nada que ver con la trama y no se menciona nuevamente. La única explicación de la presencia de este hecho irrelevante sería que realmente ocurrió así y que el director quería ser fiel a los hechos.
Otro ejemplo de la misma película. Siguiendo la evolución de la historia, queremos que los Permian Panthers ganen el campeonato estatal. Pero no ganan. Uno siente que esto es contraproducente para la trama, y sabemos inmediatamente que es porque los Permian perdieron el partido en la vida real. La presencia de información contraproducente también es un indicio de la exactitud histórica.
Finalmente, el uso de los pueblos reales y de lugares conocidos como el estadio Astrodome de Houston nos lleva a considerar que esos elementos de la historia son hechos históricos reales, ya que sería demasiado fácil verificarlos.
Éstos son sólo algunos ejemplos de cómo las pruebas internas nos pueden conducir o alejar de la conclusión de que un documento es históricamente confiable. Veamos brevemente las pruebas internas de la autenticidad histórica del Nuevo Testamento.
Diversos aspectos del Nuevo Testamento nos ayudan a determinar su confiabilidad sobre la base de su propio contenido y cualidades.
Uniformidad
Los documentos falsos no contienen testimonios de testigos directos, o éstos no concuerdan entre sí. Por ello, una clara contradicción entre los evangelios sería una prueba de que contienen errores. Pero por otra parte, si cada evangelio dijera exactamente lo mismo, esto haría que se sospeche una confabulación. Sería como si conspiradores tratasen de ponerse de acuerdo sobre cada detalle de su complot. Demasiada uniformidad es tan sospechosa como la falta de uniformidad.
Los testigos oculares de un delito o un accidente generalmente aciertan en cuanto a los principales eventos, pero lo ven desde perspectivas diferentes. Asimismo, los cuatro evangelios describen los eventos de la vida de Jesús desde diferentes perspectivas. Sin embargo, independientemente de estas perspectivas, los especialistas en el estudio de la Biblia están sorprendidos por la uniformidad de sus relatos, y por la clara representación de Jesús y sus enseñanzas que se logra a través de sus testimonios complementarios.
Detalles 
A los historiadores les gustan los detalles en un documento porque facilitan la verificación de la autenticidad. Las cartas de Pablo están llenas de detalles y los evangelios abundan en detalles. Por ejemplo, el evangelio de Lucas y su libro de Hechos fueron dirigidos a un noble llamado Teófilo, quien era sin duda una persona muy conocida en ese momento.
Si estos escritos fueran meras invenciones de los apóstoles, los nombres, lugares y eventos falsos hubieran sido detectados rápidamente por sus enemigos, los líderes judíos y romanos. Este hubiera sido el “Watergate” del primer siglo. Sin embargo, muchos de los detalles del Nuevo Testamento se han comprobado como ciertos por medio de verificaciones independientes. Por ejemplo, el historiador clásico Colin Hemer, “identifica 84 hechos en los últimos 16 capítulos de los Hechos que han sido confirmados por investigaciones arqueológicas”.[15]
En los últimos siglos, especialistas en el estudio de la Biblia escépticos han atacado tanto la autoría como la fecha de Lucas, afirmando que fue escrito en el siglo dos por un autor desconocido. El arqueólogo William Ramsey estaba convencido de que tenían razón, y comenzó a investigar. Después de realizar una investigación exhaustiva, el arqueólogo cambió de opinión. Ramsey admitió que, “Lucas es un historiador de primer nivel…Este autor se debe considerar entre los más grandes historiadores…La historia de Lucas no tiene par en cuanto a su confiabilidad”.[16]
Los Hechos narra los viajes misioneros de Pablo y habla de los lugares que visitó, la gente que vio, los mensajes que dio y la persecución que sufrió. ¿Se podrían haber falsificado todos estos detalles? El historiador romano A.N. Sherwin-White escribió, “En los Hechos, la confirmación de su autenticidad histórica es abrumadora…Cualquier intento de rechazar su autenticidad ahora debe parecer absurdo. Los historiadores romanos lo han considerado un hecho desde hace mucho tiempo”.[17]
Desde los relatos de los evangelios hasta las cartas de Pablo, los autores del Nuevo Testamento describen los detalles abiertamente, llegando incluso a mencionar los nombres de personas que estaban vivas en ese momento. Los historiadores han verificado por lo menos treinta de esos nombres.[18]
Cartas a grupos pequeños
La mayoría de los textos falsos son de documentos de naturaleza tanto general como pública, como lo es este artículo (sin duda ya circulan innumerables falsificaciones en el mercado negro). El experto en historia Louis Gottschalk señala que las cartas personales dirigidas a un público pequeño tienen una alta probabilidad de ser confiables.[19] ¿A qué categoría corresponden los documentos del Nuevo Testamento?
De hecho, es evidente que algunos de ellos están dirigidos a la circulación general. Sin embargo, gran parte del Nuevo Testamento son cartas personales a personas y grupos pequeños. Por lo menos esos documentos no serían considerados buenos candidatos para la falsificación.
Aspectos vergonzosos
La mayoría de los autores no se quieren avergonzar públicamente. Por ello, los historiadores han notado que documentos que contienen información que puede incomodar a los autores generalmente pueden ser considerados confiables. ¿Qué dijeron los autores del Nuevo Testamento sobre sí mismos?
Sorprendentemente, los autores del Nuevo Testamento se presentaron repetidamente como personas lerdas, cobardes y desleales. Por ejemplo, recuerde la triple negación de Jesús por Pedro, o las discusiones de los discípulos sobre cuál de ellos era el mejor – ambos fueron relatados en los evangelios. Dado que el respeto a los apóstoles era esencial en la iglesia temprana, la inclusión de este tipo de información no tendría mucho sentido si no fuera porque los apóstoles estaban narrando los hechos de manera fiel.[20]
En “La historia de la civilización” (The Story of Civilization), Will Durant escribió sobre los apóstoles, “Éstos no eran el tipo de hombres que uno hubieran elegido para reformar el mundo. Los evangelios diferencian sus personalidades de manera realista, y exponen sus fallas de manera sincera”.[21]
Información contraproducente o irrelevante
Los evangelios nos cuentan que la tumba vacía de Jesús fue descubierta por una mujer, a pesar de que en Israel el testimonio de las mujeres era considerado prácticamente sin ningún valor y ni siquiera era admitido ante un tribunal. Se cuenta que la madre y la familia de Jesús dijeron creer que él se había vuelto loco. Se dice que algunas de las últimas palabras de Jesús en la cruz fueron, “Dios mío, dios mío, ¿por qué me has abandonado?” Y sigue así la lista de eventos que se relatan en el Nuevo Testamento que serían contraproducentes si la intención del autor no fuera transmitir de manera exacta la vida y las enseñanzas de Jesucristo.
Falta de información pertinente
Es irónico (o tal vez, incluso es lógico) que no se tratan la mayor parte de los principales temas que enfrentaba la iglesia en el primer siglo – la misión de los gentiles, los dones espirituales, el bautismo, el liderazgo – en las palabras relatadas de Jesús. Si sus seguidores simplemente estuvieran elaborando material con que promover a la iglesia emergente, no se entiende por qué no hubieran inventado instrucciones de parte de Jesús sobre estos temas. En un caso, el apóstol Pablo dice abiertamente sobre un tema en particular, “Sobre esto no tenemos ninguna enseñanza del Señor”.
La prueba de los indicios externos
La tercera y última medida para evaluar la confiabilidad de un documento es la prueba de los indicios externos, la cual plantea la pregunta, “¿Los registros históricos ajenos al Nuevo Testamento confirman su confiabilidad?” Entonces, ¿qué dijeron los historiadores no cristianos sobre Jesucristo?
“En total, por lo menos diecisiete escritos no cristianos narran más de cincuenta detalles sobre la vida, enseñanzas, muerte y resurrección de Jesús, además de algunos detalles sobre la iglesia temprana”.[22] Esto es asombroso en vista de la falta de historia existente sobre esta época. Jesús se menciona en más fuentes que las conquistas de César durante este mismo periodo. Esto es aún más asombroso, considerando que estas confirmaciones de los detalles del Nuevo Testamento datan de 20 a 150 años después de la muerte de Jesús, “que es bastante temprano según los estándares de la historiografía antigua”.[23]
La confiabilidad del Nuevo Testamento también se ve respaldada por más de 36,000 documentos cristianos ajenos a la Biblia (citas de los líderes de la iglesia de los primeros tres siglos) que datan de fechas tan tempranas como diez años después del último escrito del Nuevo Testamento.[24] Si se perdieran todas las copias del Nuevo Testamento, uno lo podría reproducir a partir de estas otras cartas y documentos, a excepción de unos cuantos versículos.[25]
El profesor emérito de Boston University, Howard Clark Kee, concluye que, “El resultado del análisis de las fuentes ajenas al Nuevo Testamento que se relacionan…con nuestros conocimientos de Jesús confirman su existencia histórica, sus poderes extraordinarios, la devoción de sus seguidores, la supervivencia del movimiento después de su muerte…y la penetración del Cristianismo…en Roma misma a fines del primer siglo”.[26]
De esta manera, la prueba de los indicios externos se realiza a partir de la información proporcionada por otras pruebas. A pesar de las conjeturas de unos cuantos escépticos radicales, el retrato del Nuevo Testamento del verdadero Jesús es prácticamente impecable. Aunque hay algunos disidentes como el Jesus Seminar, el consenso entre los expertos, independientemente de sus creencias religiosas, confirma que el Nuevo Testamento que leemos actualmente representa de manera fiel tanto las palabras como los eventos de la vida de Jesús.
Clark Pinnock, profesor de interpretación de McMaster Divinity College, lo resumió bien al decir que, “No existe ningún otro documento del mundo antiguo que es confirmado por un conjunto tan excelente de testimonios textuales e históricos…Una persona sincera no puede descartar una fuente de este tipo. El escepticismo respecto a la legitimidad histórica del cristianismo se basa en un fundamento irracional”.[27]
¿Jesús realmente resucitó?
La gran pregunta de nuestro tiempo es “¿Quién es el verdadero Jesucristo?” ¿Fue sólo un hombre excepcional, o era Dios encarnado, como creyeron Pablo, Juan y sus otros discípulos?
Los testigos directos de Jesucristo realmente hablaban y actuaban como si ellos creyeran que él resucitó de la muerte después de su crucifixión.  Si ellos estaban equivocados, el cristianismo se fundó sobre la base de una mentira.  Pero si tenían razón, dicho milagro sería una prueba de todo lo que dijo Jesús sobre Dios, sobre sí mismo y sobre nosotros.
¿Debemos creer en la resurrección de Jesús únicamente basados en la fe o hay pruebas históricas sólidas?  Varios escépticos han estudiado los registros históricos a fin de probar la falsedad del relato de la resurrección. ¿Qué descubrieron?
¿Jesús dijo qué pasa después de la muerte?
 Si Jesús realmente resucitó, entonces debe saber qué hay al otro lado. ¿Qué dijo Jesús sobre el sentido de la vida y sobre nuestro futuro? ¿Hay muchos caminos a Dios, o Jesús dijo que él era el único camino? 
Muchas preguntas siguen sin respuestas….podra saberse la verdad algún dia ???

Nada de lo que escuches, sin importar quien lo diga. Nada de lo que leas, sin importar dónde esté escrito. Nada debes aceptar, sin previo discernirlo. Y por ti mismo, deberás decidir su validez o no. Lee, Informate e ¡Investiga! Cometa Azul Te saluda

¿Era Jesús el Messiah?

¿Qué pruebas existen de que Jesús es quien realmente afirmaba ser? ¿Cómo podemos saber que no era una especie de impostor? Veamos a algunos impostores famosos y si esa denominación le queda bien a Jesús, o si existen pruebas para sustentar sus afirmaciones.
Ferdinand Waldo Demara, Jr. fue llamado el gran impostor. Demara mantuvo identidades falsas como psicólogo, profesor universitario, jefe de una facultad universitaria, profesor de colegio y director de un penal. Incluso llegó a realizar cirugías como un falso doctor.
Algunas personas sostienen que Frank Abagnale fue aún mejor. Entre los 16 y 21 años, Abagnale fue uno de los estafadores más exitosos del mundo. Cobró $2.5 millones en cheques fraudulentos en cada uno de los 50 estados y en 26 países extranjeros. También logró hacerse pasar por piloto comercial, abogado, profesor universitario y pediatra antes de ser detenido por la policía francesa.
Si esta historia le suena conocida, probablemente es porque vio la película del 2002, Catch Me If You Can (Atrápame si puedes), en la que el personaje de Abagnale fue interpretado por Leonardo DiCaprio (quien se hizo pasar por actor en Titanic).
¿Qué se tendría que hacer para superar los logros de Abagnale como estafador? Bueno, si Jesucristo no fue el Mesías que afirmó ser, no habría ninguno que le gane. No estamos hablando de estafar a miles de personas, como en el caso de Abagnale. Si Jesucristo fue un impostor, con su estafa engañó a miles de millones de personas y cambió el rumbo de 2,000 años de historia.
Entonces, ¿Jesús podría haber sido un Mesías falso, engañando incluso a los mejores especialistas en religión? ¿Es posible que lo hayan preparado sus padres o mentores desconocidos para ser el rey prometido que Israel había estado esperando?
En realidad, si Jesús fuera un impostor, él no sería la primera persona en la historia de Israel que mintió sobre ser el Mesías. A lo largo de los siglos anteriores al nacimiento de Jesús, y también después, surgieron muchos mesías autoproclamados, para luego ser desenmascarados como estafadores o locos.
Las antiguas profecías hebreas habían predicho el reinado de un futuro rey que traería la paz a Israel y sería su Salvador. Había un clima de expectación en toda la nación, que cautivaba las esperanzas y las aspiraciones de los judíos. En un ambiente como el de Israel, ¿no sería posible que una persona no cualificada haya sido amoldada, o se haya amoldado para encajar con el molde del Mesías? La respuesta a esa pregunta depende de las profecías sobre el Mesías del Antiguo Testamento.
Los portavoces de Dios
Según las Sagradas Escrituras, el Dios de los Hebreos hablaba con su pueblo a través de sus profetas, hombres y mujeres que estaban especialmente compenetrados con Dios y que podían ser parte o no de la clase religiosa dirigente. Algunos de los mensajes de los profetas eran para el presente; otros eran para el futuro. En todo caso, su función era proclamar las declaraciones y revelaciones de Dios al pueblo.
Por lo general, ser un profeta era parecido a trabajar en una fábrica de embalaje de carnes, siendo uno de los trabajos más peligrosos del mundo. Aún cuando ellos decían la verdad, los profetas podían ser asesinados o encarcelados por personas a quienes no les gustaba lo que ellos decían. (A algunos reyes no les gustaba recibir malas noticias.) Según los relatos históricos, al profeta Isaías lo cortaron por la mitad con una sierra.
Entonces, considere el dilema de un profeta: la muerte si se demostraba que no tenía razón y la posibilidad de la muerte cuando sí tenía razón. Ningún verdadero profeta quería ofender a Dios, y tampoco querían ser cortados por la mitad. Por ello, la mayoría de los profetas esperaban hasta estar totalmente seguros de que Dios les había hablado, y si no, no decían nada. Los reyes empezaron a temblar ante sus palabras. Los mensajes de un verdadero profeta nunca eran equivocados.
Aquí se nos presenta una pregunta: ¿cómo se compara la precisión de estos profetas bíblicos a los adivinos de hoy?
¿Profetas vs adivinos?
Para ver si la precisión de los adivinos modernos se acerca a la de los profetas bíblicos, usemos a Jean Dixon como ejemplo. Esta adivina estadounidense parecía tener una habilidad especial para predecir eventos futuros. Sin embargo, tras analizarla, su reputación no parece justificarse.
Por ejemplo, Dixon tuvo una visión de que el 5 de febrero de 1962 nacía un niño en el Medio Oriente que transformaría el mundo para el año 2000. Este hombre especial crearía una religión mundial unificada y traería consigo la paz mundial duradera. Ella vio una cruz crecer sobre este hombre hasta cubrir el mundo entero. Según Dixon, este niño sería un descendiente de la Reina Nefertiti del antiguo Egipto.[1] ¿Dónde está este hombre? ¿Usted lo ha visto? ¿Y qué tal esa paz mundial duradera? ¿Qué linda es no?
En realidad, un análisis exhaustivo de su predicción da como resultado dos hechos indiscutibles. Su índice de precisión es equivalente al de personas que simplemente adivinan el futuro, y sus predicciones más publicitadas que dijeron haberse cumplido eran profecías tan intencionalmente vagas que muchos otros eventos se podrían haber considerado realizaciones de las mismas. Incluso en muchas ocasiones se ha demostrado que las predicciones tan ampliamente divulgadas de Nostradamus son incorrectas, a pesar de que sus profecías vagas son difíciles de desmentir.[2] Por ejemplo, ésta es una de las predicciones de Nostradamus:
“Toma a la diosa de la Luna, para su Día y Movimiento: Un desesperado viajero y testigo de las Leyes de Dios, al despertar a las grandes regiones del mundo a la voluntad de Dios (La Voluntad de Uno)”.[3]
Se dice que esto está relacionado a la muerte de la Princesa Diana. (Usted probablemente había pensado en Margaret Thatcher.) Profecías como ésta son tan vagas como ver imágenes en las nubes. Sin embargo, algunas personas insisten que son pruebas de la realización de una profecía de Nostradamus. Deja lugar a muchas dudas, pero es difícil de refutar.
Y ésta generalmente es la trayectoria de los adivinos. Cuando el libro “The People’s Almanac” investigó las predicciones de 25 de los principales videntes, encontraron que el 92 por ciento de las predicciones habían resultado incorrectas. El otro 8 por ciento era cuestionables y podían ser basadas en la suerte o un conocimiento general de las circunstancias.[4] En otros experimentos con los videntes más destacados, su índice de precisión ha sido calculado en alrededor del 11 por ciento, que no sería un promedio tan malo si no fuera porque las personas que adivinan al azar sobre el futuro tienen los mismos resultados. Esto no refuta todas las predicciones sobre el futuro, pero sí explica por qué los videntes no se ganan la lotería.
La diferencia entre los adivinos y los profetas parece ser más de categoría que de grado. Los profetas hicieron declaraciones específicas sobre hechos futuros relacionados al desarrollo del plan de Dios – y lo hicieron con una precisión constante. Los adivinos tienen un carácter más mercenario, dándoles vagas descripciones del futuro a un mercado que está dispuesto a pagar por sus servicios. Ofrecen información sensacional, pero tienen un historial deficiente.
Una perspectiva sobre las profecías religiosas
Las profecías pueden ser místicas, metafísicas, y, por decirlo de alguna manera, perturbadoras. Hacen pensar en imágenes de sesiones de espiritismo y otros mundos. En la Guerra de las Galaxias hay una predicción sobre una persona que traería equilibrio a la Fuerza. Las películas del Señor de los Anillos desarrollan sus temas ficticios alrededor de palabras proféticas. Pero ése es el mundo de la imaginación.
Respecto del mundo real, se dice que si una persona conociera sólo un minuto del futuro, ésta podría dominar el mundo. Piénselo. Un minuto de conocer cada mano que se reparte en el Trump Casino. Usted sería la persona más rica del mundo y Donald sería un repartidor de correo.
Pero en el mundo de la religión, las profecías cumplen una función importante. Se convierte en una forma segura de saber si alguien dice las palabras de Dios o no, porque sólo un Dios omnisciente podría conocer el futuro por completo. Y al respecto, la profecía del Antiguo Testamento es única, dado que los libros sagrados de otras religiones no contienen profecías de predicción. Por ejemplo, si bien el Libro de Mormón y el Veda hindú dicen ser de inspiración divina, no hay realmente ningún medio a través del cual corroborar sus afirmaciones, a uno simplemente le queda “Sí, eso suena como algo que podría decir Dios”.
El estudioso de la Biblia Wilbur Smith comparó las profecías de la Biblia con otros libros históricos, y dijo que la Biblia “es el único libro que alguna vez fue escrito por el hombre, o por un grupo de hombres, en el que se pueden encontrar un gran número de profecías sobre naciones individuales, Israel,  todos los pueblos del mundo y ciertas ciudades, y sobre el que estaba por nacer que sería el Mesías”.[5] Así, la Biblia afirma ser de inspiración divina de una manera que se puede confirmar o refutar.
Y si uno ve este grado de precisión desde una perspectiva cotidiana, puede darse cuenta de lo asombroso que es. Por ejemplo, sería milagroso que en 1910 usted haya predicho que un hombre llamado George Bush ganaría las elecciones del 2000. Pero imagínese si hubiera incluido algunos de los siguientes detalles en la predicción:
• El candidato con más votos totales perdería las elecciones.
• Todas las principales cadenas televisivas anunciarían al ganador y luego cambiarían sus anuncios.
• Un estado (Florida) sería determinante para la elección.
• La Corte Suprema de los EE.UU. finalmente determinaría quién era el ganador.
Si esto hubiera ocurrido, le pondrían su nombre a las iglesias y habrían estatuillas suyas pegadas a los paneles de los autos. Pero usted no lo hizo, y por eso no hay. Por más difícil (o imposible) que hubiera sido predecir esta secuencia de eventos de manera precisa en 1910, las probabilidades son muchísimo más difíciles para Jesús, o para que cualquier persona haya cumplido todas las profecías hebreas para el Mesías. Hay 61 profecías específicas y casi 300 referencias sobre el Mesías en el Antiguo Testamento, que fue escrito cientos de años antes del nacimiento de Jesús.[6]
Según el requisito hebreo de que una profecía debe tener un 100 porciento de precisión, el verdadero Mesías de Israel tiene que cumplir con todas ellas, o si no, no es el Mesías. Por lo tanto, la pregunta que confirmaría a Jesús, o que lo haría responsable del mayor engaño del mundo es si él cumplió y encajaba con estas profecías del Antiguo Testamento.
¿Cuáles son las probabilidades?
Veamos dos profecías específicas sobre el Mesías que aparecen en el Antiguo Testamento.
“Pero tú, oh Belén Efrata, eres sólo una pequeña aldea entre todo el pueblo de Judá. No obstante, de ti saldrá un gobernante para Israel, cuyos orígenes vienen desde la eternidad”. (Miqueas 5:2, NTV)
“Muy bien, el Señor mismo les dará la señal. ¡Miren! ¡La virgenconcebirá un niño! Dará a luz un hijo y lo llamarán Emanuel (que significa “Dios está con nosotros”)”. (Isaías 7:14, NTV)
Ahora, antes de considerar las otras 59 profecías, usted debe parar y preguntarse a sí mismo cuántas personas en la categoría de posible Mesías en toda la historia nacieron en el pueblo de Belén a una virgen. “Bueno, a ver…está mi vecino Jorge, pero no, él no puede ser…él nació en Brooklyn”. Para el caso de que 61 profecías detalladas sean cumplidas por una sola persona, estamos hablando de probabilidades prácticamente imposibles.
Cuando los científicos forenses descubren una correspondencia de perfiles de ADN, las probabilidades de que sea la persona equivocada suele ser menos que uno en miles de millones (para que lo tengan en cuenta los criminales). Parecería que estamos en el mismo rango de probabilidades, el mismo número de ceros, al considerar que una sola persona cumpla con estas profecías.
El profesor universitario de matemáticas Peter Stoner les dio a 600 alumnos un problema matemático de probabilidades que determinaría las probabilidades de que una sola persona cumpla con ocho profecías específicas. (No es lo mismo que lanzar una moneda al aire ocho veces seguidas y que salga la cara cada vez.) Primero, los alumnos calcularon las probabilidades de que una persona cumpla todas las condiciones de una profecía específica, como ser traicionado por un amigo por 30 piezas de plata. Luego, los alumnos intentaron calcular las probabilidades para las ocho profecías combinadas.
Los alumnos calcularon que las probabilidades de que una persona cumpla las ocho profecías eran astronómicas – uno en diez elevado a la 21 potencia (1021). Para ilustrar ese número, Stoner dio el siguiente ejemplo: “Primero, cubre toda la masa de la Tierra con monedas de dólar hasta 120 pies de altura. Luego, pon una marca especial en uno de esos dólares y entiérralo al azar. En tercer lugar, dile a una persona que viaje a la Tierra y seleccione la moneda marcada, con los ojos vendados, entre las billones de monedas”
Las personas pueden hacer muchas cosas raras con los números (sobre todo cuando se tiene un apellido como ése), por lo que es importante mencionar que el trabajo de Stoner fue revisado por la Asociación Científica de los Estados Unidos (American Scientific Association), que dijo, “El análisis matemático…se basa en principios de la probabilidad que son completamente correctos, y el Profesor Stoner ha aplicado dichos principios de una manera correcta y convincente”.[8]
A esa introducción, le agregaremos seis predicciones más a las dos que ya hemos considerado, con lo cual llegamos a las ocho predicciones del Profesor Stoner:
Profecía: El Mesías sería del linaje del Rey David.Jeremías 23:5600 a.C.
Realización: “Jesús…el hijo de David…”.Lucas 3:23, 314 a.C.
Profecía: El Mesías sería traicionado por 30 piezas de plata.Zacarías 11:13487 a.C.
Realización: “Y ellos le dieron treinta piezas de plata”.Mateo 26:1530 d.C.
Profecía: Se clavaría las manos y los pies del Mesías, atravesándolos.Salmos 22:161000 a.C.
Realización: “Cuando llegaron a un lugar llamado «La Calavera», lo clavaron en la cruz y a los criminales también, uno a su derecha y otro a su izquierda”.Lucas 23:3330 d.C.
Profecía: La gente tiraría dados por la ropa del Mesías.Salmos 22:181000 a.C.
Realización: “Los soldados… tomaron la túnica, la cual no tenía costura y había sido tejida de arriba a abajo en una sola pieza.  Así que dijeron: “En lugar de rasgarla, tiremos los dados para ver quién se la queda”.Juan 19:23-2430 d.C.
Profecía: El Mesías aparecería montado en un burro.Zacarías 9:9500 a.C.
Realización: “Llevaron la burra y su cría, pusieron sus prendas sobre la cría, y Jesús se sentó allí”.Mateo 21:730 d.C.
Profecía: Se enviaría a un mensajero para anunciar al Mesías.Malaquías 3:1500 a.C.
Realización: Juan les dijo, “Yo bautizo con agua, pero aquí mismo, en medio de la multitud, hay alguien a quien ustedes no reconocen”.Juan 1:2627 d.C.


Las ocho profecías sobre el Mesías que hemos revisado fueron escritas por hombres de distintas épocas y lugares, de 500 a 1,000 años antes de que nazca Jesús. Por ello, no hay ninguna posibilidad de una confabulación entre ellos. Note también la especificidad. Esto no es como una predicción de Nostradamus – “Cuando la Luna se vuelva verde, una haba verde se encontrará encubierta al lado del camino”.
Fuera de su control
Imagínese ganar la lotería Powerball con sólo un boleto entre millones de boletos vendidos. Ahora imagínese ganar cien de estas loterías seguidas. ¿Qué pensaría la gente? Sí, “¡Fue trampa!”
A lo largo del tiempo, se ha dicho algo parecido sobre la realización por Jesús de las profecías del Antiguo Testamento. Se acepta que Jesús cumplió las profecías mesiánicas, pero lo acusan de vivir su vida de manera que intencionalmente las cumpla. Es una objeción razonable, pero no es tan plausible como puede parecer.
Considere la naturaleza de sólo cuatro de las profecías mesiánicas:
•       Su linaje sería de David (Jeremías 23:5).
•       Su nacimiento sería en Belén (Miqueas 5:2).
•       Él migraría a Egipto (Oseas 11:1).
•       Él viviría en Nazaret (Isaías 11:1).[9]
Y, ¿qué podría hacer Jesús para cumplir con estas profecías? Ni él ni sus padres tenían ningún control sobre su linaje. Su nacimiento en Belén fue el resultado de un censo ordenado por César Augusto. El traslado de sus padres a Egipto fue a causa de la persecución del Rey Herodes. Y una vez que había muerto Herodes, los padres de Jesús lógicamente decidieron reasentarse en Nazaret.
Incluso si a una temprana edad un Jesús impostor hubiera notado las profecías que cumplió accidentalmente, y hubiera decidido tratar de ver si podía cumplir con el resto (como si alguien decidiera ganar todas y cada una de las manos en un juego de cartas), las probabilidades igual estarían imposiblemente en su contra. Considere algunos de los factores en las profecías que ya hemos mencionado: el Mesías sería traicionado por 30 piezas de plata; sería asesinado mediante la crucifixión; y la gente tiraría dados por su ropa. Todas estas profecías se cumplieron para Jesús, ¿pero qué control tenía él sobre cualquiera de ellas?
Los estudiosos de la Biblia nos cuentan que casi 300 referencias a las 61 profecías específicas del Mesías que fueron cumplidas por Jesucristo. Las probabilidades de que una persona cumpla tantas profecías estarían más allá de cualquier posibilidad matemática. Nunca podría llegar a suceder, sin importar cuánto tiempo pasara. El cálculo de un matemático de estas probabilidades imposibles fue, “una posibilidad entre un billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón, billón”.[10]
A Bertrand Russell, un ateo decidido, se le preguntó en una entrevista en la revista Look qué pruebas tendrían que haber para que él crea en Dios. Russell respondió, “Bueno, si yo escucho una voz del cielo y ésta predice una serie de cosas y éstas llegan a ocurrir, entonces supongo que tendría que creer que existe algún tipo de ser sobrenatural”.
El estudioso de la Biblia Norman Geisler dijo en respuesta al escepticismo de Russell, “Yo diría, ‘Sr. Russell, sí hubo una voz del cielo; predijo muchas cosas; y sin lugar a dudas las hemos visto ocurrir”.[11] Geisler se refería al hecho de que solamente un Ser transcendente que estuviera fuera del tiempo sería capaz de predecir eventos futuros de manera precisa.
La prueba en un frasco
Hemos visto las pruebas de la realización por Jesús de las profecías mesiánicas desde todos los ángulos menos uno. ¿Y si los escribas cristianos que copiaron los manuscritos de Isaías y los demás libros proféticos del Antiguo Testamento los modificaron para que coincidan con la vida de Jesús?
Esta pregunta la han hecho muchos especialistas y escépticos. Y parece posible, e incluso plausible, a primera vista. Evitaría convertir a Jesús en un impostor mentiroso, lo cual parece poco probable, y explicaría la asombrosa precisión de su realización de las profecías. Entonces, ¿cómo podemos saber que los libros proféticos del Antiguo Testamento, como Isaías, Daniel y Miqueas, fueron escritos cientos de años antes de Cristo?, como se pretende. Y si fuera así, ¿cómo podemos saber que los cristianos no modificaron los textos más adelante?
Durante 1,900 años, muchos escépticos sostuvieron firmemente esa teoría, sobre la base de la imposibilidad humana de predecir los eventos futuros de manera precisa. Pero luego pasó algo que extinguió todo el entusiasmo por una conspiración clandestina. Se llaman los Manuscritos del Mar Muerto.
Hace medio siglo, el descubrimiento de los manuscritos del Mar Muerto les proporcionó a los estudiosos de la Biblia copias de los libros del Antiguo Testamento que eran mucho más antiguos que cualquier otro que se había conocido. Pruebas exhaustivas comprobaron que muchas de estas copias fueron hechas aún antes del nacimiento de Jesucristo. Y son prácticamente idénticos a los textos de la Biblia que ya habíamos estado usando.
Por ello, aún los especialistas que niegan que Jesús fuera el Mesías, aceptan que estos manuscritos fueron previos a su nacimiento, y por lo tanto, aceptan que las profecías que contienen sobre el Mesías no fueron modificadas a fin de adaptarse a Jesús.
Si estas predicciones fueron cumplidas tan precisamente a través de la vida de Jesús, parece lógico preguntarse por qué no eran capaces de verlo todas las personas en Israel. Pero su crucifixión nos demuestra que no todos lo pudieron ver. Como dijo el apóstol Juan sobre Jesús, “Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron”. (Juan 1:11, NTV). ¿Por qué?
Al considerar la historia de conflicto de Israel, a partir de la definición del Mesías es fácil llegar a pensar que se trata de la idea de un guerrero político por la libertad. Se puede entender que una persona judía que vivía en el siglo primero podría haber pensado, ¿Cómo puede ser que ha venido el Mesías y que Israel siga oprimido bajo la ocupación romana?
Aunque Jesús cumplió las profecías mesiánicas, lo hizo de maneras que nadie esperaba. Buscó lograr una revolución moral y espiritual, no una revolución política, y lograba sus objetivos a través de la abnegación y el servicio humilde, la curación y la enseñanza. Mientras tanto, Israel buscaba un nuevo Moisés o Josué, que los dirija en una conquista para recuperar su antiguo reino.
Evidentemente muchos judíos de la época de Jesús sí lo reconocieron como el Mesías, siendo judía toda la fundación de la iglesia cristiana. Sin embargo, la mayoría no lo hizo. Y no es tan difícil entender por qué.
Para entender mejor el malentendido de los judíos del primer siglo, considere esta profecía mesiánica que fue escrita por el profeta Isaías 700 años antes de que nazca Jesús. ¿Se refería a Jesús?
“Todos nosotros nos hemos extraviado como ovejas; hemos dejado los caminos de Dios para seguir los nuestros. Sin embargo, el Señor puso sobre él los pecados de todos nosotros”.
“Fue oprimido y tratado con crueldad, sin embargo no dijo ni una sola palabra. Como cordero fue llevado al matadero. Y como oveja en silencio ante sus trasquiladores, no abrió su boca. Después de aprehenderlo y juzgarlo, le dieron muerte. ¿Pero quiénes se daban cuenta que él moría por sus pecados – que él estaba sufriendo su castigo? Él no había hecho nada malo, y jamás había engañado a nadie. Pero fue enterrado como un criminal; fue puesto en la tumba de un hombre rico”.
“Formaba parte del buen plan del Señor aplastarlo y causarle dolor. Sin embargo, cuando su vida sea entregada en ofrenda por el pecado, tendrá muchos descendientes.…Y a causa de lo que sufrió mi siervo justo hará posible que muchos sean contados entre los justos, porque él cargará con todos los pecados de ellos”. (Partes de Isaías 53:6-11, NTV)
Al colgar Jesús de la cruz, se puede entender que algunos hayan pensado, “¿Cómo puede ser éste el Mesías?” Al mismo tiempo, otras personas pueden haber pensado, “¿De quién más podría estar hablando Isaías?”
 Impostor imposible
Entonces, ¿qué debemos pensar del hecho de que Jesús haya cumplido tantas profecías escritas cientos de años antes de su nacimiento? Leonardo DiCaprio… es decir, Frank Abagnale, puede haber sido un gran impostor, pero incluso él fue descubierto cuando llegó a tener la edad suficiente para tomarse una cerveza legalmente.
Jesús no parece un Frank Abagnale más capaz. Él está en otra categoría totalmente diferente. Ningún impostor podría haberse salido con la suya con las probabilidades que planteaban en su contra las profecías hebreas.
¿Y eso qué significa? Surgen dos conclusiones: En primer lugar, sólo un Ser trascendente podría realizar estos eventos. Y en segundo lugar, hace que todas las demás afirmaciones de Jesús sean creíbles y se merezcan ser consideradas muy en serio.
En el evangelio de Juan, Jesús afirmó, “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Hay pruebas abrumadoras que parecen indicar que la firma en ese cheque no es una falsificación.

Nada de lo que escuches, sin importar quien lo diga. Nada de lo que leas, sin importar dónde esté escrito. Nada debes aceptar, sin previo discernirlo. Y por ti mismo, deberás decidir su validez o no. Lee, Informate e ¡Investiga! Cometa Azul Te saluda