
En realidad el deseo precede a la intención. Somos hijos del deseo. La vida misma es deseo. Aparecimos en este mundo en virtud de un deseo previo. Pero el deseo puro, no es igual que la ilusión. Una ilusión es deseo que no se realiza, crea apego y sufrimiento y más ilusiones (y más sufrimiento). Estos conceptos no son nuevos, podemos encontrarlos en gran cantidad de libros de auto-ayuda. Realizarlos en la propia vida es otra cosa. Pero veamos con más detalles de que se trata.
La energía y la información existen en toda la naturaleza.
En los niveles cuánticos, es decir, más allá del átomo, solamente hay energía e información. Este campo cuántico es sólo otra manera de denominar el campo de la conciencia pura o de la potencialidad pura. Y en este campo cuántico de pura energía influyen la intención y el deseo.
Si nos descomponemos hasta llegar a nuestros componentes fundamentales solo queda energía e información.
Nuestro nivel esencial es energía e información.
El universo, de hecho, es la manifestación del movimiento de la energía y la información.
Todo lo que existe comparte el mismo origen. La diferencia, por ejemplo, entre nosotros y una planta es el contenido de información y de energía de nuestros respectivos cuerpos.
En el plano material, tanto nosotros como la planta, al igual que el perro, un árbol o una mosca, estamos hechos del mismo reciclado de elementos: principalmente carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno y otros elementos en mínimas cantidades.
Podemos conseguir estos elementos sin dificultad en un laboratorio. Por lo tanto, la diferencia entre nosotros y la planta no la encontraremos en estos elementos. De hecho, los seres humanos y las plantas intercambiamos todo el tiempo carbono (CO2) y oxígeno (O2).
La verdadera diferencia está en la energía y en la información.
Los seres humanos, somos privilegiados, ya que somos capaces de tomar conciencia del contenido de energía e información de ese campo particular que da origen a nuestro cuerpo físico. Podemos experimentar ese campo subjetivamente bajo la forma de pensamientos, emociones, deseos, recuerdos, instintos, impulsos y creencias. A su vez este campo de potencialidad, esa experiencia subjetiva se percibe objetivamente como el cuerpo físico - y por medio del cuerpo, y los órganos de los sentidos percibimos el mundo, subjetivamente. Sujeto y objeto entrelazados en una eterna danza.
Pero todo está hecho de lo mismo.
Nuestro cuerpo no es independiente del cuerpo del universo, porque más allá de nuestros átomos y partículas elementales, es decir al nivel de la mecánica cuántica, las fronteras no están bien definidas. Somos más bien una onda, una ola, una fluctuación, una perturbación localizada en un campo cuántico mucho más grande, una ola surgida en el mar de la potencialidad infinita. Ese campo cuántico más grande - el universo – es también nuestro cuerpo ampliado.
Como la conciencia humana es infinitamente flexible, tenemos la habilidad de poder cambiar concientemente el contenido de información que da origen a nuestro cuerpo físico.
Podemos cambiar concientemente el contenido de energía y de información de nuestro propio cuerpo a nivel cuántico y, por lo tanto, influir en el contenido de energía y de información de nuestro cuerpo ampliado -nuestro entorno, el mundo - y hacer que se manifieste lo que deseamos. Dicho de otra forma: materializar un deseo.
Para esto la conciencia posee dos cualidades: la atención y la intención.
La atención concentra energía, la focaliza, y la intención tiene el poder de transformar.
Si prestamos atención a algo le transferimos energía, ya que el pensamiento es una onda de energía y entonces el objeto de atención se manifestará con más fuerza en nuestra vida. Si dejamos de prestar atención, se marchitará, se desintegrará y desaparecerá.
Por otro lado, la intención estimula la transformación de la energía y de la información. La intención focaliza, potencia y organiza.
El acto de dirigir la intención sobre el objeto de la atención desencadenará una serie de sucesos en el espacio-tiempo que tarde o temprano materializaran lo deseado. Esto se debe a que, como vimos, todo esta interconectado y además la intención tiene un infinito poder organizador. El poder organizador significa la capacidad para organizar la información simultáneamente, o sea, una infinidad de sucesos espaciotemporales todos al mismo tiempo.
Si sembramos una intención en el suelo fértil de la potencialidad pura, del inconciente no manifestado, ponemos a trabajar para nosotros ese infinito poder organizador.
Este poder organizador es normal en la naturaleza, se expresa en cada hoja del árbol, en cada flor, en cada célula de nuestro cuerpo. Lo podemos ver en todo lo que vive.
En la naturaleza, todo está conectado y relacionado entre sí.
Lo asombroso de nuestro cerebro es que puede gobernar ese infinito poder organizador a través de la intención.
En el ser humano, la intención y la capacidad de transformación son ilimitadas, no están contenidas en una red rígida de energía e información. Poseen una flexibilidad infinita. Obviamente siguiendo las leyes del universo y de acuerdo a la propia naturaleza de cada ser.
La intención favorece el flujo natural y espontáneo de la pura potencialidad, que busca manifestarse, es decir, pasar del estado no manifestado (potencial) al estado real.
Cabe aclarar que estas cualidades de la conciencia, son de naturaleza benéfica y positiva. No pueden servir para dañar o ignorar a otro ser. Siempre hay que obrar en beneficio de la humanidad; de todas formas esto es algo que sucede espontáneamente cuando se está en la condición normal del cuerpo y el espíritu.
La intención es el verdadero poder detrás del deseo. La sola intención es muy poderosa, porque es deseo sin apego al resultado. El solo deseo es débil, porque en la mayoría de los casos es atención con apego y sin un verdadero propósito. Es apenas un débil estimulo incapaz de mover una partícula de polvo.
Sin embargo la conciencia es capaz de crear mundos.
Esto significa que podemos desear y obrar libremente, sin depender ni identificarnos con un resultado, con confianza en nuestra naturaleza y posibilidades, que son universales.
La intención se proyecta hacia el futuro, pero la atención está ubicada en el presente. Mientras la atención esté en el presente, la intención dirigida hacia el futuro se cumplirá porque el futuro se crea en el presente. El presente es la semilla del futuro. El futuro es el fruto del presente. Y este presente es la actualización de causas pasadas. Por eso con nuestros pensamientos y acciones, podemos influir en todas las direcciones del tiempo y del espacio.
Hay que saber aceptar, asumir el presente tal como es. De esta forma, con el deseo y la intención, podemos sembrar nuevas semillas, de cara al futuro. Instalar nuevos programas, un software útil y actualizado que nos permita realizar lo que queremos y vivir en plenitud. Sin arrepentimientos ni culpas, eliminando los programas parásitos y los softwares malintencionados.
El pasado, el presente y el futuro son propiedades de la conciencia.
El pasado es memoria; el futuro es posibilidad; el presente es atención.
El tiempo es el movimiento del pensamiento.
Tanto el pasado como el futuro nacen en la imaginación; solamente el presente, que es conciencia, es real y es eterno. Existimos en el presente.
Ahora y aquí encontramos el campo de infinitas posibilidades. El suelo fértil donde crecerá un futuro deseado.
Cuando la conciencia se libera de la carga del pasado, la acción en el presente se vuelve creativa y total, germen del futuro deseado,
La intención libre y desapegada, actúa como catalizador para la mezcla correcta de materia, energía y sucesos espacio-temporales para crear cualquier cosa que deseemos.
Si tenemos conciencia del momento presente, los obstáculos imaginarios – que representan la gran mayoría de los obstáculos percibidos - se desintegran y desaparecen. El resto de nuestras dificultades reales se transforman en oportunidades, gracias a otra de las cualidades de la conciencia: el foco.
La intención focalizada es la atención que no se aparta de su propósito. Lo que significa estar enfocados, o sea, manteniendo nuestra atención en el presente, con un propósito inflexible y eliminando cualquier obstáculo que consuma o disipe la concentración de nuestra atención y nos desvíe de nuestro propósito.
La atención y el propósito aportan serenidad y motivación. Y esta combinación se vuelve poderosa y muy eficaz.
Aprendamos a desear y a aprovechar el poder infinito de la intención, así podremos crear cualquier cosa que deseemos desde el fondo del corazón, para aumentar nuestro conocimiento y bienestar y el de los demás también.
Fuente:http://budacuantico.blogspot.com/
Me siento muy afortunada de haber encontrado esta meditación. Ya me esta ayudando a ser consciente del gran poder del "yo soy". Gracias, Maribel
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