El verdadero Tíbet es invisible. Escapa a la percepción de los sentidos sé oculta a la inteligencia. Es él país misterioso del "más al1á". Un universo del que los tibetanos tienen la clave y que sus espíritus sutiles parecen haber explorado tan completamente como los europeos han explorado. el universo físico.
En el corazón de este país majestuoso, nada tan impresionante ni tan terrorífico, como advertir una "lamasería" solitaria, situada en el pico de una roca, expuesta a todos los vientos, separada del resto del mundo.
Cuando cae la noche, sus ventanas se Iluminan la luz de las antorchas sube y baja a lo largo de sus escaleras numerosas, mientras las trompetas sagradas, los "sagdenyo" extienden, sobre el país sus roncos sones, y el encanto de centenares voces guturales recuerdan a los extranjeros, raros, pero siempre inoportunos, que tienen ante sus miradas uno de los innumerables laboratorios tibetanos en que se estudian las fuerzas ocultas, y que tras las murallas espesas y él humo de las lámparas de sebo e incienso se esconde una sabiduría que podría cambiar la suerte del mundo.
El psiquismo del Tibet es una ampliación del budismo, del cual parece ser la forma esotérica la enseñanza del yoga de Gantama, que fue transmitido de, boca en boca a traves de las generaciones.
Aunque numerosos budistas ortodoxos lo nieguen; no se escribieron las palabras del maestro, El secreto técnico del "cuarto sendero continúa perteneciendo a algunos "gens" qué se niegan a divulgar una sabiduría que podría convertirse en peligrosa, en manos de hombres débiles a inmorales.
Según "los genchens" o lamas más instruidos, el alma humana o "pensamiento conciencia", es una masa de margen psíquica temporal y siempre variable que envuelve el subconsciente, sombras replegadas donde se arrinconan los recuerdos, las emociones no sólo de la vida presente, sino de todas las existencias pasadas.
La vida terrenal del hombre podría ser comparada a un arco que uniese dos océanos del universo psíquico. El niño, al pie del arco, se halla impregnado de atmósfera psíquica. Puede ver un número de cosas que no ve el adulto Y tener recuerdos fragmentarios de abolidas existencias, pero a medida que crece y que sus relaciones terrenales se afirman, el niño pierde este contacto. Su cerebro, mecánico, se desenvuelve psíquicamente, su lógica y su razón aumentan a costa de su intuición.
Cuanto más robusto, sus dones psíquicos son más débiles. Entonces se encuentra en lo sumo del arco. Los que sin entrenamiento especial, y sin ningún conocimiento del Yoga, posee dotes de telepatía o de clarividencia, padecen, y generalmente, alguna seria deficiencia física.
Por otra parte, el discípulo que consagra su vida a la meditación y a los ejercicios del yoga puede llegar a la misma perspicacia psíquica, y algunas veces superarla. Entonces es dueño de sus poderes psíquicos, y no su víctima, y los convierte en medios de conseguir grandes resultados espirituales.
Hacia el final de su vida , el hombre se, debilita físicamente y resbala, de nuevo, poco a poco, hacia el universo psíquico. El tiempo y el espacio pierden la precisión y la realidad que tuvieron durante la madurez. Poco antes de la muerte puede tener visiones momentáneas del mundo, misterioso, cuyos umbrales está a punto de franquear.
Todo ser humano, lleva una doble vida. En el estado de vigilia, cuando su libertad de acción es completa, puede, por su conducta y sus actos cotidianos, cambiar la naturaleza de su espíritu.
El solo fin de su encarnación constituye el único estado en que el alma puede modificar. La materia es la catálisis necesaria a través de la cual el "pensamiento conciencia" debe pasar antes de disolverse en el universo.
El hombre entra en la segunda parte de su vida doble cuando se deja llevar, durante el, sueño, en el "vmilan", como llaman los tibetanos al mundo de los sueños.
El alma, o el pensamiento conciencia, se materializa, más o menos, según la intensidad del sueño. El individuo no tiene ninguna influencia sobre sus pensamientos o emoción y sólo un entrenamiento yoga, prolongado, progresivo en el estado de vigilia, puede permitirse dominar la confusión de su subconsciente.Durante el sueño, el alma se ha escapado del mundo, del tiempo y del espacio, y flota a lo que no tiene limites, lo que explica cierta incoherencia en los recuerdos de los sueños que el hombre trata de fijar en el universo físico de cuatro dimensiones, una mezcla de ideas confusas y de fases emocionales que no concuerdan.
Pero, por profundo que sea el sueño, el pensamiento conciencia continúa unido al cuerpo físico por una especie de cordón umbilical que solamente la muerte puede romper. A causa de este lazo los sueños reflejan en parte, preocupaciones materiales que constituyen el elemento de estudio de los psicoanalistas occidentales.
En este estado de reposo, la conciencia puede establecer fácilmente los contactos y lazos con otras conciencias en el otro extremo de la tierra o en otros tiempos. La previsión de acontecimientos, la visión inmediata de casos alejados son hechos concientes en los sueños de personas dotadas psíquicamente.
El estudio de los sueños del subconsciente ha conducido a los lamas a especular sobre lo qué sucede después de la muerte. Los tibetanos consagran sus fuerzas a experiencias sobre el más allá.
mantra: OM MANI PEDME HUM
Nada puede ilustrar mejor el desdén que los tibetanos sienten por su cuerpo físico y la preocupación de la suerte de su pensamiento conciencia después de la muerte, que sus ceremonias funerarias.
Con el fin de estudiar de cerca sus costumbres y sus teorías sobre el misterio del más allá , yo iba frecuentemente a un lugar reservado a vistas fúnebres, en las afueras de Lhassa, y entraba en conversación con los lamas que presidían estos funerales. Asistí a estas ceremonias fascinadoras y repugnantes.
El cadáver, depositado en una caldera que cuatro hombres llevan sobre los hombros, va escoltado por los parientes. El cuerpo se coloca sobre una mesa de piedra y es entregado a los "ragyalpas", tribu que tiene el monopolio de disponer de los difuntos.
Con movimientos precisos de carniceros bien entrenados, los "ragyalpas" cortan los miembros, sacan el corazón, los pulmones, las entrañas del muerto y los colocan sobre la piedra, y mientras los plañideros del cortejo fúnebre cantan salmos con tono desgarrador, un "ragyalpa" entrega a los cuervos enjaulados el cuerpo del difunto.
Cuando el apetito de los cuervos queda satisfecho, unos mastines, liberados de sus cadenas, se precipitan y devoran los miembros de lo que fue un cuerpo humano.
Mientras tanto, la caldera, en la el difunto fue llevado al campo funerario, ha sido laváda y los parientes han preparado un reconfortante té.
El fin de la vida física parece no producir ningún terror a los tibetanos, lo que se debe, en parte, a la existencia de un tratado extraordinario, el "Bardo Thodol", el libro tibetano de las muertes. Este código fantástico encierra la doctrina según la cual una reencarnación satisfactoria puede ser obtenida sin meditación, una especie de guía que enseña a los muertos las vías y los caminos del misterioso "bardo", el universa psíquico en el que el alma yerra durante sus encarnaciones.
Una determinada clase de lamas, especializados en el extraño estudio del "bardo", los "delogs", advierten a los vivos lo que les espera en el misterioso "más allá". Entran en un trance "yoga", y gracias a una técnica conocida con el nombre de " Kumbhak", rompen, poco a poco, las relaciones entre su cuerpo fisco y su conciencia.
Todos los síntomas de vida desaparecen, la circulación se detiene, el corazón deja de latir y la respiración queda en suspenso. Pueden permanecer en estado cataléptico durante días, meses e incluso años.
El "Bardo Thodol" describe los descubrimientos de los lamas exploradores, como también la técnica mediante la cual es posible guiar el pensamiento consciente de los que se hallan en el umbral de la muerte. Vastos conocimientos han sido obtenidos gracias a los lamas, que, a punto de expirar, describen las fases variadas del "processus". Cuando no tienen fuerzas para hablar se comunican con sus discípulos por telepatía.
Todas las experiencias dividen y resumen las sensaciones que acompañan la muerte en tres fases distintas, que, según la traducción del lama Kazi Darrasandup, son:
1ª. Una sensación física de presión, como la de la tierra que se hunde en el agua.
2ª. Una sensación física de frío y de humedad , como si el cuerpo hubiera sido sumergido en el agua, poco a poco se transformara en un calor febricente, como si el agua se hundiese en el fuego.
3ª. Una sensación de desintegración del cuerpo , como la del fuego que penetra en el aire.
Después de la muerte, la vida del pensamiento conciencia es una sucesión de visiones que no tienen más realidad que la vida terrestre.
Son alucinaciones semejantes a las de las visiones subjetivas, que corresponde a las creencias intimas del difunto durante su paso por la tierra.
El hombre que no tiene un entrenamiento psíquico durante su breve paso, por el mundo, ¿puede comprender que esas visiones son subjetivas y no una realidad intrínseca?
La vida, después de la muerte, es una especie de sueño en el que el pensamiento conciencia imagina que tiene todavía un cuerpo físico exactamente como lo pensamos en nuestros sueños, que estamos, despiertos y vivimos nuestra vida diaria. Este hecho ha dado lugar a numerosos ritos funerarios mediante los cuales, en el Tibet, los vivos hacen grandes esfuerzos, para persuadir a los difuntos de que han dejado la tierra y que están verdaderamente muertos. Se les exhorta a que no vuelvan a sus antiguas habitaciones y a que no tengan contacto con los vivos. Se les aconseja que emprendan, sin retraso, el penoso viaje a través del "bardo".
Un lama especializado, el "hphobo" o extractor de conciencias, asiste al moribundo y le ayuda a liberarse de la envoltura física. Lo mantiene en estado de conciencia hasta el último instante, ejerciendo presión sobre determinadas arterias.
Entre los numerosos orificios del cuerpo por los que se escapa el fluido vital de la conciencia en el momento de fallecer, el orificio brahmánico es el que ofrece 1a agonía más corta, la muerte más rápida y deseable. Este orificio brahmánico es la sutura sagital en el cráneo, donde se unen los parietales. Con el fin de ampliar el orificio los "hphobos" se entrenan, durante años, en la pronunciación de las palabras.
En cuanto se produce la muerte y la separación del pensamiento conciencia y del cuerpo es completa, el "hphobo", por medio de masajes telepáticos empieza a guiar el alma por los senderos sinuosos del "bardo". Trata deliberar el subconsciente del difunto de todo lo que le estorba, explicándole que sus visiones son puramente subjetivas y el resultado de su conducta durante su vida pasada.
Según los "delogs" el paso a través del "bardo" se opera de la siguiente forma:
Al morir, el pensamiento conciencia ve, como en un relámpago, la realidad suprema y la posibilidad de liberación completa del "sangsara" (rueda de la existencia), pero el peso de las acciones pasadas le arrastran, generalmente, a los sombríos recodos del "bardo", donde comienza su largo viaje por el "más allá".
El pensamiento conciencia desencarnado , cae, poco a poco, en estados conscientes que le conducen al mundo físico. Cada escalón que descienden es seguido de la pérdida temporal de la conciencia. Los lamas comparan estas etapas retrógradas sucesivas en el "bardo" a la pelota lanzada, que, al primer bote, va muy alto, pero a cada nuevo bote se atenúa hasta llegar a la completa inmovilidad.
Cuando el alma llega a este estado de reposo no puede progresar, no puede cambiar su sustancia. Solo una nueva encarnación le permite un nuevo progreso.
Él deseo de una, nueva vida física o renacimiento. La masa pensamiento conciencia, se cristaliza, se condensa en materia.La reencarnación, tal como la conciben los tibetanos, no es puramente terrestre. Los sabios "bomhams", aseguran que la condensación del pensamiento en materia puede producirse en millares de astros o de planetas y en formas que apenas podrían calificarse de físicas y, mucho menos, de humanas. Según los lamas, nuestros sentidos físicos son tan limitados, que no podríamos percibir su existencia si, por un "processus" desconocido, nos fuera posible visitar estos lejanos mundos.
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Estimado lo leído me hizó reflexionar mucho, yo habia pensado que esto no era imposible, sólo que nunca había encontrado algo que lo afirmará. Pero ese nivel se puede sólo alcanzar siendo capaz de encontrar la verdad en nuestro interior e iluminarnos y abrir nuestro corazón a dios.
ResponderEliminargracias por haberme dado la posibilidad de leer sobre el tema, creo en Dios fervientemente
ResponderEliminarimpactante el ritual funerario. tenia claro que el cuerpo fisico no era importante para los monjes pero hasta tal punto..
ResponderEliminarSoy muy Feliz de sentir que hay muchos seres, que estamos vibrando a la misma longitud de onda.Se que todo lo que has escrito es cierto, y estoy de acuerdo con todas las leyes de la reencarnación. Necesitamos tener muchos cuerpos para seguir evolucionando.
ResponderEliminarQue la Luz Universal te siga guiando.
Namasté. Om , shanti, shanti, shanti.