BLOGGER TEMPLATES - TWITTER BACKGROUNDS »
Photobucket

jueves, 15 de julio de 2010

Egipto, Reino de Extraterrestres ???

¿Por qué quedaron solamente 2 papiros deshilachados sobre la venida de los dioses del sol ? ¿Por qué los putos sionistas del vaticano clasificaron el 30% de información histórica egipcia ? Muchos elementos además de estos últimos,son lo que llevan a pensar de que hay alguien al que no le interesa que se cuente la historia del "desembarco de los dioses" en Egipto. Con solo estos 2 papiros del faraón Thutmés 3º, alcanza para entender que pasó hace más de 5 mil años atrás. cito solo un pedazo: (...)las bolas de fuego encendieron la noche(...)su cabeza despedía un olor hediondo(...)los dioses hablaron con el rey(...)

Veamos: El papiro no está hablando de ningún meteorito o estrella fugaz, queda más que claro eso al ver como describe a alguien que descendió de estos objetos .Luego "misteriosamente" unas lineas más adelante en el escrito,aparece la palabra dioses. En el documental "la conspiración de Egipto" se va a mostrar los papiros completos y traducidos. Una mirada a la historia con más censuras vista jamás. créanlo o miéntanse a si mismos, En Egipto hubo un desembarco extraterrestre, pese a quien le pese, si les parece ridículo no tienen ni la capacidad mental de una gaviota, los papiros lo cuentan, no hay doble interpretación.

Misterios del Antiguo Egipto Para el estudioso Richard Mooney, es mera casualidad la existencia de pirámides en la misma región en que vivió y floreció la civilización egipcia. Además, esos maravillosos monumentos de piedra habrían sido orientados por un conocimiento que no conseguimos aquilatar, sirviendo para fines igualmente desconocidos. En el Antiguo Egipto, los escribas tenían la función de registrar el día del faraón y de la corte, las batallas ganadas y perdidas, así como los impuestos pagos por los pueblos que vivían bajo el dominio egipcio. Lo que usted va a leer ahora fue encontrado en los “Anales” del faraón Thutmés 3º (Nuevo Imperio, 18a dinastía 1580-1320), y fue extraído de un papiro que está archivado en la sección egipcia del museo del Vaticano.

En 1953, el príncipe Boris de Rachewitz consiguió traducir algunos de sus trechos, mas luego las autoridades del Vaticano recuperaron el papiro, llegando a insinuar que él no existía. La parte que fue traducida dice lo siguiente: “(...) En el 22º año, en el tercer mes de invierno, en la sexta hora del día (...) los escribas de la Casa de la Vida descubrían que era una bola de fuego que venía del cielo. (Si bien que) ella no poseía cabeza, el soplo de su boca tenía un olor hediondo. Su cuerpo, una vara de largo y una vara de ancho. No hablaba. Sus corazones estremecían y lanzaronse a la tierra de bruces (...). Ellos fueron a estar con el rey (....) para relatarles. Su Majestad ordenó (...) fue examinado (...) todo cuanto fue escrito en la Casa de la Vida, su Majestad meditó acerca de lo que llegará. Ahora bien, algunos días pasaron esas cosas, he aquí que ellas fueron más numerosas que nunca.

Ellas brillaban en el cielo más que el Sol, hasta los límites de cuatro pilares del firmamento. ”(...) Poderosa era la posición de las bolas de fuego. La armada del rey las observaba y el rey se encontraba en medio de ellas. Era como la reparación de la noche. Sobre esta, las bolas de fuego se elevaron más alto en dirección al Sur. Peces y aves cayeron del cielo. Era una maravilla jamás vista desde la fundación de este país.” ¿Qué bolas de fuego eran esas? ¿Qué sería el “olor hediondo” y de qué boca habrá salido? ¿Y en medio de qué estaba Thutmés 3º, del ejército o de los círculos de fuego? La gran verdad es que nosotros, los avanzadísimos hombres del tercer milenio, sabemos muy poco sobre los faraones y el Antiguo Egipto.

La Gran Pirámide de Keops, principalmente, continúa hasta hoy siendo un enigma profundo y fundamental en la historia del hombre. Sabemos que ella concentra una cantidad enorme de energía y conocemos algunos de los números que pueden ser extraídos de sus dimensiones geométricas. El resto es misterio. Algunos dicen que ella sería un acumulador de energía cósmica, otros que sería un abrigo contra el Diluvio. El estudioso de profecías Plínio Rollim de Moura habla de la posibilidad de que ella puede haber sido la prisión de un ser muy poderoso (ver el artículo “Reinterpretando la Biblia”).

Los egiptólogos estiman que su construcción habría sido realizada en el 2900 a.C., mas el historiador árabe al-Masudi afirma que la Gran Pirámide habría sido construida hasta “300 años antes del Diluvio”. Otro historiador de origen árabe afirma que ella fue construida en el 71000 a.C. La fuente normalmente consultada para la historia de la Gran Pirámide es un relato del historiador griego Heródoto, datado del siglo V a.C.

Pero los especialistas consideran que este relato es muy cercano a la realidad. “No hay razón para suponer que las pirámides fueron construidas para simplemente abrigar muertos, o tuviesen conexión con cualquier forma de religión (afirma el investigador Richard Mooney, autor del libro Colony: Earth). Es mera coincidencia el hecho que las pirámides y las ruinas de la antigua civilización egipcia ocuparan la misma área. Las pirámides no tienen una relación definida con la antigua civilización egipcia.

Ellas no son, de hecho, típicamente egipcias. Ellas fueron construidas en un período particular de tiempo, con un propósito específico.” En sus dimensiones, maravillosos descubrimientos Según Heródoto, la construcción de la Gran Pirámide habría tenido a 100 mil hombres trabajando durante 20 años. Y Richard Mooney calculó que, si diez de aquellas piedras hubiesen sido transportadas, lijadas, pulidas y perfectamente encajadas en cada día, esa tarea habría llevado 654 años.

Ninguna momia fue hallada en su interior, ningún tesoro, ningún papiro, ninguna comida, como generalmente sucedía en los sepulcros egipcios. Tal vez todo haya sido saqueado. Tal vez la Gran Pirámide sea apenas un sepulcro real, tal vez no. Lo que nos resta son las maravillas matemáticas, geométricas y astronómicas de aquella aglomeración de piedras. Por ejemplo: su altura multiplicada por 1 billón, es igual a la distancia entre la Tierra y el Sol. El área de su base, dividida por 2, y el perímetro de su base, dividido por el duplo de su altura, resultan el numero Pi (3,14159...).

Las sombras por ella producidas marcan las fechas de los equinoccios de la primavera y del otoño, y los solsticios de invierno y verano. A través de una de sus galerías, la pirámide recogía la luz de la estrella polar de aquella época, la Alfa del Dragón, cuando la estrella Sirius iluminaba perpendicularmente su fase meridional, anunciando el comienzo de las inundaciones periódicas. El largo de la cámara real indica la duración exacta del año en días, y los lados de la base indican la duración de un año bisiesto.

¿Quién diseñó todo eso a los constructores de la Gran Pirámide? ¿Quién transportó aquella montaña de piedras hasta el lugar, y quién apiló las piedras con precisión milimétrica? ¿Serían esclavos o gigantes al servicio de padres extraterrestres? La mitología egipcia era casi toda volcada para los cielos, comenzando por el Sol, el dios Ra. ¿Sería realmente al Sol que rendían tributos o a algún visitante a bordo de una nave semejante al astro-rey, en “un círculo de fuego”, igual al que apareció para los escribas de Thutmés 3º? Casi todas las momias del faraón encontradas intactas tenían en su cabecera un ejemplar del “Libro de los Muertos”, uno de los libros más antiguos ya escritos por la humanidad.

El registro de antiquísimas fórmulas de oraciones que permitían a los faraones, después de muertos, penetrar en la inmortalidad a través del barco volador de Amon-Ra, el dios Sol. Mas la duda aquí es la misma de tantos otros casos: ¿serán las mismas oraciones o memorias de un remoto pasado, cuando los “dioses” visitaban la Tierra regularmente? “¡Déjame subir a bordo de tu embarcación, oh Ra!”, pide el canciller jefe Nu, en el “Libro de los Muertos”. Y él se refiere también a los “marineros divinos del cielo”. En otro párrafo del libro, se menciona a la diosa Isis, esposa de Osiris.

Cuando el marido de Isis muere, surge una barca celeste (“un disco de oro”), eso cuando el Sol ya se había puesto. Osiris, el ocupante de la barca, es descripto como teniendo “el cuerpo claro y rutilante metal (...) el brillo de la turquesa lo rodea”. Y Nu, el canciller-jefe, así habla a Osiris: “Honra a tí, oh tú que vuelas en el cielo y brillas sobre el filo de la corona blanca (...). Yo, inclusive yo, soy el que conoce las rutas del firmamento... visité las remotas, las iluminadas comarcas celestiales... navegó por el firmamento que separa el cielo de la Tierra”.

No hay respuestas simples para los misterios egipcios. Mas algunas hipótesis pueden ser intentadas. La obsesión de los faraones con la vida después de la muerte y la capacidad de las pirámides en preservar de la deterioración todo aquello que se coloca en su interior, hace pensar en la hipótesis de que en ellas está contenido el secreto del “congelamiento”. O sea, la posibilidad de que el cuerpo de los faraones fuese preservado para una posible resurrección futura. El guardián de la sabiduría olvidada Resumiremos en pocos pero precisos puntos, uno de los mayores enigmas de Egipto, la Gran Esfinge de Giza. La “historia oficial” afirma que la misma fue construida en la época de Kefrén, en torno al año 2500 a.C.; pero, como veremos a continuación, tal afirmación no tiene base alguna: •

Primeramente, el rostro de la Gran Esfinge, atribuido a Kefrén (sólo por el hecho que se halla cerca de esta Pirámide), no tiene parecido con el que aparece en las estatuas de este Faraón. Según un analisis hecho por un antiguo oficial forense de la policía de Nueva York en 1991, tanto del frente, como del perfil de ambas figuras, los rostros pertenecen a distintos personajes. •

La Gran Esfinge, situada sobre el eje este-oeste de la meseta de Giza y mirando hacia el este, está orientada hacia la constelación de Leo de los cielos del año 10500 a.C. Curiosamente en esa misma fecha las 3 Pirámides de Giza estaban alineadas perfectamente con la constelación de Orión, la cual, por cierto, reproducen fielmente en su alineación. •

En 1924 el psíquico norteamericano Edgar Cayce comenzó a hacer una serie de predicciones que hablaban del continente perdido de la Atlántida. Según éste, antes del año 2000 se descubriría una cámara secreta bajo la garra derecha de la Esfinge de Giza. En ese recinto, denominado por Cayce como “Sala de los Archivos”, se encontraría depositado todo el saber de los atlantes. En 1982, el arqueólogo Mark Lehner, con la financiación de la Fundación Cayce, comenzó las indagaciones sismográficas. “Pusieron la sonda debajo de la garra derecha y siempre se recibía una señal clara, lo que indica que no existía una cavidad subterránea que la bloqueara. La pasaron a todo lo largo de la pata, por la parte exterior y el ángulo, y la señal seguía siendo nítida. Después, a instancias mías, la pusieron en el suelo de roca y en tres sitios no se recogió señal alguna, como si hubiera un vacío debajo que la bloqueara”. •

La inesperada cavidad detectada por el sismógrafo estaba situada precisamente donde Cayce dijo que estaría. Estas prospecciones fueron corroboradas por J. A. West y Robert Schoch, que, con un instrumental de alta tecnología, volvieron a captar bajo la Esfinge la presencia de anomalías indicativas de cavidades entre las garras del lecho rocoso y a lo largo de los costados del monumento. El patrón rectangular hallado en las mismas era impropio de las cavidades naturales... •

Se investigaron a fondo las marcas de erosión pluvial (por LLUVIA) presentadas en la Esfinge –marcas que, inexplicablemente, no se encuentran en la cabeza del monumento. Según los más recientes estudios geológicos realizados con tecnología espacial, unas precipitaciones tan torrenciales como para haber dejado esas señales no se produjeron en el Valle del Nilo en el 2500 a.C., época en que los egiptólogos mantienen que fue construida la Esfinge, sino miles de años antes.

--¿Nos ayudarían en algo los “Textos de la Construcción” que se encuentran en el templo de Edfu, que hablan sobre Siete Sabios provenientes de una isla destruida por la acción de las aguas, de quienes especifican que iniciaron los trabajos de construcción en el Gran Montículo Primitivo y fueron los únicos seres dotados de conocimientos que sobrevivieron a un cataclismo que asoló la Tierra? El faraón contactado Tachado de pacifista, monoteísta, homosexual, e incluso comunista, Amenofis IV, el hereje Akhenatón, protagonizó una de las etapas más controvertidas de la historia de Egipto, manifestando una fuerte personalidad que lo alejaba del sentir común del resto de los egipcios.

Este hombre fue testigo de “algo” que le hizo cambiar su visión del mundo, tanto, que su reinado es una parte marginada de la historia egipcia ¿Qué vió?: “Estando el Faraón de caza del león, y siendo en pleno día, sus ojos vieron un disco refulgente posado sobre una roca. Éste latía como el corazón del Faraón, y su brillo era dorado y rojo. El Faraón se postró de rodillas ante el disco, del cual salió una voz que le instó a construir una nueva capital para Egipto que llevaría por nombre: Akhetatón, ‘El horizonte del Disco Solar’.” (Ocurrido en 1378 a.C. en Amarna y grabado en las estelas de frontera que se erigieron en el contorno de la nueva Capital creada por Akhenatón).

¿Era Atón, el “Disco Solar”, un OVNI? Amenofis IV imaginó una nueva religión basada en la energía que desprendía el disco solar en contraposición a la divinidad tradicional del Sol como astro celeste. El egiptólogo británico Cyril Aldred, una de las máximas autoridades en la figura de Amenofis IV, no está de acuerdo con aquellos que afirman que el cambio de capital de Tebas hasta Akhetatón fue una mera decisión política para derrotar al clero de Amón. Según él, la construcción de la nueva capital en un sitio tan alejado de las rutas convencionales se debió a la necesidad de erigir un nuevo centro religioso para el dios Atón, al igual que sucedía con otras divinidades.

Sin embargo, podemos leer en los textos religiosos de esta época referidos al dios Atón que una de las características más singulares de esta divinidad era, precisamente, su universalidad. Entonces ¿por qué eligió Amenofis IV un lugar tan alejado de otros centros urbanos o de rutas comerciales y no se decantó por otro emplazamiento ya existente como hicieron otros faraones, para aprovechar así una infraestructura agrícola y vial? ¿Por qué prefirió comenzar desde cero en un territorio totalmente baldío de poco más de 200 kilómetros cuadrados en una tierra de nadie?

Muy posiblemente el “Encuentro Cercano” descrito por las estelas de la frontera impresionó de tal manera a Amenofis IV que el cambio de religión se convirtió en una auténtica obsesión. Aparte de cambiar de emplazamiento la capital de Egipto, abandonando la mítica Tebas y asentándose en la nueva Akhetatón, “el horizonte de Atón”, él mismo se cambió su nombre de Amenofis, “Amón está satisfecho”, por el de Akhenatón, “Esplendor de Atón”, en el cuarto año de su reinado (1375 a.C.).

LUZ ELECTRICA EN EL ANTIGUO EGIPTO
La realización de las diferentes inscripciones localizadas en el Valle de los Reyes y del resto de los pasadizos y tumbas del antiguo Egipto, bien podrían haber sido efectuadas con la ayuda de la electricidad. Un conocimiento en estado de involución, que en manos de la casta sacerdotal era guardado celosamente como un gran legado de los antiguos dioses. Otros ejemplos en la antigüedad ¿Fue Egipto un caso aislado en el conocimiento de la energía eléctrica? La respuesta es rotunda: no, no lo fue.

Diferentes pruebas materiales, así como testimonios de la antigüedad, nos aseguran con toda certeza del conocimiento de diferentes pueblos de este prodigioso legado de sus dioses. Corría el año 1.936, cuando un grupo de obreros dirigido por el ingeniero alemán Wilhelm Köning realizaba la construcción de un sistema de alcantarillado en la colina de Rabua, muy próxima a Bagdad (Irak), cuando se toparon con un extraño objeto de arcilla en forma de jarrón. Este objeto tenía 15 centímetros de alto, y poseía un tapón de asfalto donde hacia el interior partía un tubo cilíndrico de cobre de 26 milímetros de diámetro y 19 centímetros de altura. A su vez, del tubo sobresalía una varita de hierro de 1 centímetro cubierta de plomo ligeramente corroída por algún tipo de ácido. A pesar de que las autoridades y los “expertos” tacharon este pequeño jarrón o vasija de “objeto de culto” (muy típico en estos casos), el propio Köning tras introducir un electrolito común en el interior del recipiente, logró hacer funcionar este “objeto de culto” como una batería. En el mismo yacimiento fueron descubiertos otros objetos que habían sido sometidos a un proceso de galvanización.

Estos databan del 2.000 a.C., por lo que se llegó a la conclusión que hace más de 4.000 años los antiguos moradores de estas tierras de Mesopotamia, utilizaban pilas eléctricas. No nos debe sorprender este tipo de hallazgos. Existen numerosas referencias incluso en la antigua Roma o Grecia, que nos hablan de ciertas bombillas incandescentes de color rojizo, como de la que nos habla San Agustín, que no podía ser apagada ni por los vientos ni por la lluvia, y también otra en Antioquía que estuvo encendida mucho más de quinientos años. O en el Templo de Numa Pompilio en Roma, famoso porque en su cúpula brillaba siempre una luz encendida.

Pausanias vio en el Templo de Minerva en el año 170 de nuestra era, una lámpara de oro que daba luz por un año sin que fuese alimentada por ningún combustible. En el 1.565 d.C., el padre jesuita Atasnasio Kircher recogía en su obra “Edipo Egipcíaco”, trozos de un documento hindú con los pasos a seguir para la construcción de una batería eléctrica. Dice así este documento: “…colocar una plancha de cobre, bien limpia, una vasija de barro; cubrirla con sulfato de cobre, y luego cubrirlo todo con serrín húmedo, para evitar la polarización.

Después poner una capa de mercurio amalgamado con zinc encima del serrín húmedo. El contacto producirá una energía por el doble nombre de Mitra-Varuna. Se dice que una cadena de cien vasijas de este tipo proporcionan una fuerza muy activa y eficaz…”. El griego Luciano (120-180 a.C.) nos dejó la descripción de una bella alhaja en Hierápolis (Siria), que estaba engarzada en una cabeza de oro de la diosa Hera, de la cual “…emanaba una gran luz…”, tanto que…”…el templo resplandecía como si hubiese estado iluminado por una miríada de cirios…”.


Luciano no nos dejó revelada la explicación a este misterio, pues los sacerdotes se negaron a descubrirle el secreto. Plutarco escribió en el Siglo I, sobre una “lámpara perpetua”, que él tuvo ocasión de ver en el Templo de Júpiter-Amón. En este caso los sacerdotes que custodiaban el templo tampoco le revelaron el misterioso funcionamiento de tan milagrosa luminaria, tan sólo le contaron que ésta ardía continuamente hacía muchos años y que ni el viento ni la lluvia habían podido apagarla. Todos los indicios señalan a que en algún momento de la historia de la humanidad, la electricidad era usada y conocida por las castas sacerdotales, aunque su origen procediese de los dioses a quienes servían, y que según los propios sacerdotes, convivieron con los hombres en tiempos remotos dándoles entre otros conocimientos, el de la electricidad.

Egipto no fue una excepción, pero al igual que en el resto de los pueblos de la antigüedad, éste secreto y reservado conocimiento, se fue diluyendo progresivamente con el paso de los años y los avatares de la historia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

TE AGRADECERIA ME DIJERAS CUAL ES TU OPINION SOBRE LO ACABAS DE LEER ?
Y POR FAVOR, DEJA TU HUELLA ANTES DE RETIRARTE, NO PIERDAS EL CAMINO DE REGRESO, QUE LA LUZ UNIVERSAL TE ACOMPAÑE.