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domingo, 4 de noviembre de 2012

¿Qué relación tiene la Hermandad de la Serpiente con la Humanidad?

La idea de que los seres humanos podemos ser una raza de esclavos pertenecientes a una sociedad extraterrestre no es
nueva. Y esta es también la teoría del escritor William Bramley, que describió muy claramente en su obra “Los Dioses del Edén” y en la que me he basado para escribir este artículo. Esta idea ya fue expresada miles de años atrás en los registros de las civilizaciones más antiguas de la humanidad. La primera de esas civilizaciones fue la de Sumer, una sociedad notablemente avanzada que surgió en el valle del Tigris-Eufrates entre los años 5000 y 4000 a.C. y floreció como una civilización mayor en los 3500 a.C. Esto lo explicó con notable detalle Zecharia Sitchin en varios de sus libros.
Al igual que otras sociedades antiguas que surgieron en la región de  Mesopotamia, Sumer dejó registros donde se estableció que criaturas de  apariencia humana de origen extraterrestre gobernaban a la antigua sociedad humana como los primeros monarcas de la Tierra. A aquellos pueblos no terrestres comúnmente se les consideraba como “dioses”. Algunos “dioses” sumerios se decía que viajaban por el cielo y por los espacios en vehículos volantes. Antiguas esculturas presentan a varios “dioses” llevando aparatos parecidos a los anteojos de los pilotos modernos. Los sacerdotes actuaban como intermediarios entre los “dioses” y la población humana. No todos los dioses mesopotámicos eran extraterrestres de apariencia humana. Algunos eran aparentemente androides y se le atribuían atributos ficticios  como los que se les atribuían comúnmente a los dioses extraterrestres de apariencia humana. No obstante, descubrimos dentro del panteón mesopotámico una clase diferente de seres que claramente encaja dentro del molde de los “antiguos astronautas”. Los testimonios históricos y los de los tiempos modernos indican que esos “dioses” son tan humanos en su comportamiento como nosotros. Sin embargo, tenemos dificultades para llamarles “dioses” provenientes de algún planeta, aunque hay muchas especulaciones sobre su lugar de origen. Además, es posible que la presunta propiedad de la Tierra haya cambiado de manos durante los últimos milenios.
En el folklore judío, Rahab es el nombre de un demonio marino, un dragón del agua, el gobernante del mar. Rahab es mencionado en el Talmud y en el Antiguo Testamento, se le ha dado la etimología de escándalo, tumulto y arrogancia. Su nombre original era el abismo primordial, el dragón marino de la oscuridad y el caos, era comparable al Leviatán y a Tiamat. Más tarde Rahab llegó a ser un demonio especial, habitante del mar, especialmente asociado al Mar Rojo, en este caso algunas veces asociados con el Leviatán. Rahab es o era el ángel de la insolencia y el orgullo, es responsable de agitar las aguas y producir las olas, el también es responsable de la tempestades del mar, de acuerdo con algunas fuentes era el ángel guardián de Egipto, una posición a menudo designada a otros ángeles tales como Belial, Mastema, Samael y Uzza. Rahab representa el caos en textos antiguos tales como la Biblia. Y creemos que en realidad representa al “dios” sumerio Ea.
Rahab es también una organización emparentada con la Hermandad de la serpiente, organización fundada por el príncipe Annunaki Ea (ENKI) según la leyenda. La Hermandad de la serpiente se rige por un linaje sanguíneo, traspasándose la sabiduría de padres a hijos. Los hijos humanos de este dios sumerio fueron los primeros iniciados hace más de 6 mil años, que es cuando parece se funda la hermandad. Este linaje, originario de la Atlántida, parte de Mesopotamia y se dirigen a Europa, donde siguen la tradición en un entorno totalmente secreto. Participan del control del mundo a través de sus conexiones con otras logias. Aseguran ser poseedores de una sabiduría superior enseñada por el mismo Enki, el portador de luz de conocimiento. Se afirma que guardan antiguos documentos ancestrales y los iniciados superiores tienen comunicación con seres extraterrestres, Los antiguos Elohim, los dioses de la antigüedad.
William Bramley inventó  un nuevo término basado en la aparente relación de los “dioses” con la raza humana: “los Custodios”. Con este nombre identificaba a una sucesión de sociedades extraterrestres que parece han tenido la propiedad y custodia de la Tierra desde la prehistoria. Pero yo prefiero utilizar el nombre de Annunakis, que fue empleado por Zecharia Sitchin. ¿Qué tipo de seres son esos Annunakis? Los registros históricos y los testimonios modernos los describen como físicamente muy  parecidos a los humanos, racialmente diversos y bastante similares a los seres humanos en su comportamiento. Los antiguos escritos y los modernos testimonios indican que las personalidades de los Annunakis se desenvuelven en una gama completa desde santos hasta pecadores; desde el más degradado de los déspotas hasta el más bondadoso de los humanitarios. Desgraciadamente, todo parece indicar que es el elemento más despótico de su sociedad el que influye  más en los asuntas de la Tierra.
Las antiguas civilizaciones mesopotámicas registraron gran parte de su historia en tablillas de arcilla. Sólo se ha conservado una parte de aquellas tablillas, en que se explica una importante historia acerca de los “dioses” Annunakis y sus relaciones con el Homo sapiens. De acuerdo a esta historia, hubo un tiempo en que los seres humanos no existían en nuestro planeta. Pero la Tierra ya estaba habitada por miembros de la civilización Annunaki. No obstante, la vida de los Annunakis en la Tierra no era placentera, ya que sus esfuerzos por explotar los recursos naturales y los minerales de la Tierra, resultaban agotadores. Como nos dice una tablilla: “Cuando los dioses parecidos a los hombres soportaban el trabajo y sufrían el duro esfuerzo, el afán de los dioses fue grande. El trabajo era pesado, el cansancio era mucho…”. Las tablillas describe el pesado e interminable trabajo de los obreros Annunakis en las operaciones mineras de la Tierra, ordenadas por sus líderes.  Los trabajadores estaban permanentemente quejándose y amenazando con la rebelión contra sus líderes. Era necesaria una solución y se encontró una: crear un nuevo ser que fuera capaz de realizar las mismas labores que hacían los Annunakis en la Tierra. Con este propósito en mente los “dioses” Annunaki crearon el Homo sapiens.
Las tablillas mesopotámicas hablan de una historia de la creación en  la cual unos “dioses” “matan” a otro “dios” y mezclan su cuerpo y su sangre con arcilla. Véase la similitud simbólica con el acto de la Eucaristía en la iglesia católica. De esta mezcolanza produjeron un ser humano. La nueva criatura de la Tierra resultó muy similar en apariencia a sus creadores Annunakis. En su libro “El doceavo planeta”, Zecharia Sitchin analiza minuciosamente la historia sumeria de la creación y concluye que el relato del cuerpo de un “dios” mezclado con arcilla puede tener relación con la ingeniería genética. Zecharia Sitchin apoya su sorprendente conclusión señalando que las tablillas sumerias explican que los primeros humanos fueron creados en el vientre de “diosas” Annunakis. De acuerdo a las tablillas, había Annunakis machos y hembras, que se reproducían mediante relaciones sexuales. De hecho, los antiguos mesopotámicos dicen que ellos proveían de la relación de “dioses” Annunakis con mujeres humanas. Sitchin cree que la arcilla en realidad era una sustancia especial que pudo ser insertada dentro de la matriz de una ·”diosa” Annunaki. Esta sustancia proporcionaba el código  genético de la nueva criatura: el Homo sapiens (“hombre que piensa”). Los humanos aparentemente podían ser engendrados de esta manera porque eran físicamente muy parecidos a los Annunakis. Lo curioso es que los científicos modernos han conseguido la reproducción de una manera similar.
Las antiguas tablillas mesopotámicas señalan a un “dios” en particular como el promotor y ejecutor de la creación del homo sapiens. El nombre de ese “dios” era Ea, que era hijo de un rey Annunnaki que se decía gobernaba otro planeta dentro del vasto imperio Annunaki. El príncipe Ea era conocido por el título de “EN-KI”, que significaba “señor [o príncipe] de la Tierra”. Los textos de los antiguos sumerios revelan que el título de Ea no era totalmente preciso porque se decía que Ea había perdido su dominio sobra la mayor parte de la Tierra con su medio hermano Enlil, durante una de las innumerables rivalidades e intrigas de los gobernantes Annunakis. Además de la creación del Homo sapiens, el príncipe Ea aparece en las tablillas mesopotámicas por muchas otras realizaciones. Aparentemente Ea era un científico de considerable talento. Se dice que él drenó los pantanos del Golfo Pérsico y los reemplazó por tierras fértiles. Él supervisó la construcción de represas y diques. A él le gustaba navegar y construyó barcos con los que navegar los mares. Cuando llegó el tiempo de crear el homo sapiens, demostró una buena comprensión de la ingeniería genética. Pero de acuerdo a las tablillas, no sin antes someterlo a un proceso de prueba y error. También es significativa la descripción de Ea como de buen corazón con respecto a su creación: el Homo sapiens.
Los textos mesopotámicos retratan a Ea como un abogado que habla ante los consejos Annunakis a favor  de la nueva raza de la Tierra. Ea se oponía a muchas de las crueldades que muchos gobernantes Annunakis, incluyendo a su medio-hermano Enlil, cometían con los seres humanos. Por las tablillas sumerias, se sabe que al parecer Ea no quería que el homo sapiens se le tratara severamente, pero sus deseos a este respecto fueron invalidados por otros líderes Annunakis. Como acabamos de ver, nuestros antiguos y altamente civilizados ancestros relataron  una muy diferente historia del surgimiento de la humanidad sobre la Tierra a la que nosotros conocemos hoy en día. Claramente a los mesopotámicos no se les enseñaban las teorías Darwinianas de la evolución. No obstante, hay alguna evidencia antropológica sorprendente de la prehistoria para apoyar la versión de los sumerios. De acuerdo a los análisis en los días modernos de los registros fósiles, el Homo sapiens emergió como una especie animal diferente en alguna parte entre 700.000 y  300.000 años a.C.
Pasando el tiempo emergieron un número de subespecies del homo sapiens, entre las cuales se incluye  la especie a la pertenecemos todos los seres humanos actuales: Homo sapiens sapiens. El Homo sapiens sapiens apareció hace apenas 30.000 años —algunos dicen que sólo 10.000 a 20.000 años atrás. Esto plantea una importante pregunta: ¿se referían los sumerios al Homo sapiens o al Homo sapiens sapiens en su historia de la creación?  Hay  argumentos de que ellos se estaban refiriendo al Homo sapiens original. Pero muy probablemente se estaban refiriendo al moderno Homo sapiens sapiens, ya que el Homo sapiens sapiens es una subespecie del Homo sapiens, la única que aún sobrevive de todo el género Homo y de los homínidos. Por lo tanto, sus parientes vivos más cercanos son los grandes simios (a los que pertenece), como el gorila, el chimpancé o el orangután.
La más antigua historia de la creación fue escrita alrededor de los años 4.000 – 5.000 a.C. Es más probable que un registro verdadero de la creación de la humanidad tenga entre 5.000 y 25.000 años, a que haya sobrevivido 295.000 años o más. Si los sumerios estaban describiendo la historia del Homo sapiens sapiens, los acontecimientos posteriores descritos en las tablillas mesopotámicas caen dentro de una estructura de tiempo más plausible. Los mismos mesopotámicos eran miembros de la subespecie homo sapiens sapiens. Ellos estaban principalmente interesados en saber cómo ellos mismos habían llegado a la existencia. En sus variados trabajos, los sumerios describen a un animal peludo parecido al hombre, el cual parece ser una de las más primitivas subespecies del homo sapiens. Los sumerios veían claramente a aquellos hombres primitivos como una raza de criaturas totalmente diferentes.
Si las historias de la creación mesopotámica se basan en acontecimientos reales y si esas historias se refieren a la creación del Homo sapiens sapiens, podemos suponer que el Homo sapienssapiens apareció repentinamente en la historia. Extraordinariamente, esto fue lo que sucedió precisamente. El registro antropológico revela que el Homo sapiens sapiens apareció repentinamente en la Tierra, no gradualmente. F. Clark Howell y T. D. White, de la Universidad de Berkeley, en California han dicho lo siguiente: “Esa gente [Homo sapiens sapiens] y su cultura material inicial surge con aparente brusquedad justo 30.000 años atrás, probablemente más temprano en el Este de Europa que en el Occidente”. El misterio de esta repentina aparición está relacionada con otro enigma: ¿Porqué el hombre más primitivo [homo sapiens neanderthalensis]se extinguió repentinamente y al mismo tiempo apareció este moderno Homo sapiens sapiens?  ¡La evolución no va tan rápida! Los señores Howell y White analizaron  esta cuestión y concluyeron: “… la total, casi repentina desaparición de la población neandertal se mantiene como uno de los enigmas y problemas críticos en los estudios de la evolución humana”.

Nada de lo que escuches, sin importar quien lo diga. Nada de lo que leas, sin importar dónde esté escrito. Nada debes aceptar, sin previo discernirlo. Y por ti mismo, deberás decidir su validez o no. Lee, Informate e ¡Investiga! Cometa Azul Te saluda

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