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martes, 17 de agosto de 2010

Otro Imperio que se tambalea ?

El Fin del Capitalismo? En mi busqueda diaria a traves del fabuloso mundo cibernetico, me encontré con estos artículos, (los fucione), y a pesar de haber sido escritos en el 2008, siguen vigentes.

Sera realmente, que este fue el principio del fin de un sistema ya obsoleto, ya caduco (y que conste, NO SOY COMUNISTA, NI DE LEJOS), y vivo en EEUU, pero como siempre les digo, tengo mi mente activada y no me gusta que piensen por mi, por lo que reconozco, que el sistema capitalista debe hacer un viraje de 90 grados y dar un viraje total, manteniendo sus libertades y sus bases, pero aplicarle los cambios necesario, con mas justicia y menos corrupción.
Ahí se los dejo a que saquen sus propias conclusiones.Cometa Azul


Tras un largo periodo de artificial bonanza en Estados Unidos, están en el desempleo. El final del capitalismo es la sensación que bordea a millones de personas que, ansiosamente, miran como los mercados caen y arrastran con ellos sus expectativas.

La primera llamada de esta crisis fue el colapso de Enron. Aquella compañía, una de las cinco más grandes del planeta, colapsó cuando se descubrió un agujero contable titánico que se venía ocultando por largo tiempo. La vergüenza de Enron fue una primera probada de lo que se está viviendo ahora: cuando el Estado deja de hacer su trabajo, deja de funcionar como ente regulador, deja que los capitalistas se dediquen a ganar dinero a toda costa –así sea engañando– y se empieza a construir una fórmula para el desastre.

La segunda llamada fue la guerra en Irak. Motivada exclusivamente por razones económicas, se construyó una gigantesca mentira política (nexos Hussein–Al Qaeda y armas de destrucción masiva) para justificar un ejercicio cuyo único objetivo era apropiarse de las reservas petroleras de un país y, de paso, darle multimillonarios contratos a las empresas del vicepresidente para enriquecer a sus amigos. Ahí comenzó la drena de recursos públicos.

La tercera llamada fueron los recortes a los impuestos de los más ricos. Bajo esa ridícula premisa derechista de que si a los ricos les cobras menos harán el bien, el gobierno gringo dejó de recibir miles y miles de millones de dólares por recaudación fiscal –mientras que las clases medias seguían pagando cada vez más–. La complacencia del gobierno de Bush con la élite económica (a la cual llamó “su base”) fue creando el ambiente de “abuso validado” que hoy está desmoronando a la economía global.

La cuarta llamada, el truene hipotecario. Ahí sí que todos sintieron el dolor: la increíble irresponsabilidad de las agencias hipotecarias, la especulación, la falta de claridad contable, la estafa y la ausencia de regulación obligaron a un mega rescate, para que los grandes inversionistas no perdieran la lana que, por irresponsables, habían perdido.

La quinta fue la crisis por las alzas de precios de las materias primas. El alto precio del petróleo es lo más evidente, pero lo que más ha pegado a la sociedad es el alza en los precios de los alimentos. Todo el mundo pudo observar como, día con día, los precios del arroz, maíz, trigo y otros alimentos fundamentales escalaban. La principal razón –que no la única– fue la especulación con los mercados futuros de alimentos. Los más pobres pagaron.


Nunca había habido tantas reuniones, se había movilizado tanto dinero, ni mostrado tan dispuestos los gobiernos a ayudar, con tan pocos resultados. ¿Por qué la Bolsa sigue cayendo pese a las inyecciones que se le anuncian? Pues porque falta lo más importante en este tipo de crisis: confianza. La mejor prueba la tenemos en que los bancos no se fían unos de otros.

No se prestan dinero entre sí. ¿Por qué? Pues porque cada uno conoce perfectamente los cambalaches que ha hecho en los últimos tiempos —o al menos, los que pudo hacer— y sospecha que los demás pudieron hacerlos.

Ese temor ha congelado el crédito interbancario, que viene a ser algo así como el sistema sanguíneo del capitalismo.

Los gobiernos se han mostrado dispuestos a facilitar dinero para que el crédito vuelva a funcionar. Pero no han dicho ni cómo, ni cuándo, ni a quién se lo van a dar. Y mientras no lo especifiquen, cada uno se agarrará a su dinero, y los 700.000 millones de dólares del plan de rescate norteamericano, los 30.000 millones de euros de España y los 45.000 millones del Reino Unido sirven de muy poco.

Estamos ante una crisis global que requiere soluciones globales. Hemos visto cómo una bancarrota en un pequeño país, Islandia, ha hecho tambalear las finanzas británicas. Y cómo las contramedidas británicas no son capaces de apuntalar su sistema.

Se requiere una acción conjunta, que es lo que ha faltado hasta ahora. Las reuniones en Washington y París de este fin de semana deben establecer una estrategia conjunta ante la crisis. Pero hay dos grandes inconvenientes.

La primera, que es mucho más difícil repartir las pérdidas, como es el caso actual, que las ganancias, como ocurría en reuniones anteriores. La segunda, que actuar conjuntamente resulta dificilísimo con países tan distintos.

Si Europa tiene dificultades en adoptar una estrategia común frente a la crisis, no les digo nada cuando hay que añadir los países americanos y asiáticos, pues los africanos, por desgracia, no cuentan. Ya no bastan buenas intenciones y declaraciones pomposas.

Hay que tomar medidas reales, que impidan que lo que se hace en un país no se contradiga lo que se hace en otro.

¿O es que estamos ante el fracaso de la economía de mercado, ante la fundición del sistema capitalista, como dicen con regocijo sus enemigos? De momento, no hay pruebas racionales de ello.
Lo que estamos presenciando es el desplome del capitalismo salvaje, el fracaso de sus excesos.

El mercado funciona cuando es honesto, y la honestidad es lo que ha faltado durante la pasada década, con malos préstamos, mala gestión y mal control. La alternativa al capitalismo no es el comunismo, como sabemos de sobra.

La alternativa al capitalismo salvaje es un capitalismo mejor, vigilado para que no se devore a sí mismo. Creíamos haberlo aprendido en la crisis del 29, pero parece que no fue así. Si lo aprendemos en ésta, no habrá sido del todo en vano.
No ha sido un accidente: ha sido un método.

El método de los ultra-neoliberales que, aliados con los sectores políticos conservadores, han hipotecado el futuro por ganar más y más rápido. La falta de regulación ha demostrado, otra vez, que la mano invisible del mercado nos dará el dedo cada vez que pueda.

Está claro que no hay marcha atrás: tiene que repensarse el sistema. El fin del capitalismo del que hablo no es un Apocalipsis comunista, es una reconversión hacia una socialdemocracia responsable.

Es la construcción de un camino en el que exista libertad económica con responsabilidad; que haya rendición de cuentas; que haya redistribución de la inmensa riqueza que existe en el mundo.
Que haya un poco de justicia,

Fuente: http://www.cronica.com.mx/nota.
http://www.abc.es/20081012/opinion-/

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