Judas Iscariote ha pasado a la Historia como el villano por antonomasia, el discípulo que vende a su maestro con un beso por treinta monedas de plata y que, luego, llevado por la desesperación se ahorca.
Es lo que cuentan los evangelios de Mateo, Lucas, Juan y Marcos. Sin embargo, un manuscrito copto de hace 1.700 años presenta un Judas muy diferente, que hace la voluntad de Jesús. El texto fue descubierto en los años 70 del siglo pasado, se conoce como el Evangelio de Judas y su contenido se hizo público ayer. "Aquí Judas no es el seguidor de Jesús malvado, corrupto e inspirado por el Diablo que traiciona a su maestro. Es el amigo más íntimo, el que entiende a Jesús mejor que ningún otro, el que le entrega a las autoridades porque Jesús se lo pide", afirma Bart Ehrman, experto en el Nuevo Testamento de la Universidad de Carolina del Norte (EE UU).
Los estudiosos sabían de la existencia del Evangelio de Judas por referencias en otros textos, el más antiguo de los cuales es Contra las herejías, obra del obispo Ireneo de Lyon y escrito en 180. El Evangelio de Judas estuvo perdido, sin embargo, hasta que en los años 70 del siglo pasado cuando se encontró un códice de papiro en el desierto egipcio, cerca de El Minya.
En 1978, lo compró un anticuario de El Cairo, que intentó venderlo en EE UU sin lograrlo. Seis años después, el manuscrito fue depositado en una caja de seguridad de Long Island (Nueva York), donde permaneció hasta que lo adquirió en 2000 la anticuaria suiza Frieda Nussberger-Tchacos, quien un año más tarde, alarmada por el deterioro del códice, lo donó a la Fundación Mecenas del Arte Antiguo de Basilea.
Entonces, la fundación suiza, el Instituto Waitt para Descubrimientos Históricos y la National Geographic Society pusieron en marcha un proyecto de traducción y conservación cuyos primeros resultados se dieron a conocer ayer.
"El relato secreto"
El códice Tchacos -como se conoce entre los estudiosos el conjunto de documentos- incluye el Evangelio de Judas, el Primer Apocalipsis de Santiago, la Carta de Pedro a Felipe y un fragmento de un texto que ha sido bautizado, provisionalmente, como el Libro de Allogenes. El nuevo evangelio tiene veintiséis páginas, se desconoce su autor y es una traducción al copto de un original griego escrito hacia 180. La copia al copto dataría del año 300, según la datación por radiocarbono, el análisis paleográfico y el de la tinta, el contexto y otras pruebas experimentales. Cuando los estudios acaben, se integrará en la colección del Museo Copto de El Cairo.
Los expertos han reconstruido y traducido el 80% del texto en cinco años, un tiempo récord si lo comparamos con los cincuenta que pasaron entre el hallazgo y la publicación de los manuscritos del Mar Muerto. Y se han encontrado con una relación entre Jesús y Judas que tiene poco que ver con la bíblica. "Jesús dice que es necesario que alguien le libere del cuerpo humano y que prefiere que lo haga un amigo a un enemigo. Y le pide a Judas, que es su amigo, que le venda, que le traicione. Se trata de una traición de cara al público, pero no entre Jesús y Judas. Aunque los teólogos habíamos especulado sobre ello, es la primera vez que un documento antiguo defiende la idea", explica Rodolphe Kasser, sacerdote experto en copto, profesor retirado de la Universidad de Ginebra y líder del grupo que ha traducido el manuscrito.
El texto comienza diciendo: "El relato secreto de la revelación que Jesús le participó a Judas Iscariote durante una semana, tres días antes de celebrar la Pascua". Más adelante, Jesús anuncia a Judas: "Tú los superarás a todos, porque tú sacrificarás el cuerpo en el que vivo".
El maestro advierte a su pupilo que sufrirá por lo que va a hacer:
"Serás maldito por las otras generaciones, y mandarás sobre ellas".
Y Judas tiene una visión de lo que le espera: "En la visión me vi mientras los doce discípulos me lapidaban y me acusaban gravemente".
El evangelio acaba con la entrega de Jesús por "algún dinero", sin mención alguna ni de la Crucifixión ni de la Resurrección.
"El Evangelio de Judas nos muestra que los primeros seguidores de Jesús no se sentían constreñidos por los materiales canónicos", señala Amy-Jill Levine, profesora de Estudios Neotestamentarios de la Universidad de Vanderbilt.
De la misma opinión es Elaine Pagels, profesora de Religión de la Universidad de Princeton, para quien este y otros hallazgos recientes prueban que el cristianismo primitivo no era una religión monolítica.
"Este texto no sólo cuestiona seriamente una de las más firmemente enraizadas creencias de la tradición cristiana, sino que también reduce a nada uno de los temas favoritos del antisemitismo", sentencia, por su parte, François Gaudard, investigador de la Universidad de Chicago.
Fuente: The Lost Gospel of Judas.
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