La Conexión Kalmyk
El relato de Pauwels y Berger de que al final de la guerra, los rusos encontraron en Berlín un gran número de cadáveres de soldados de la raza del Himalaya, vestidos con uniformes Nazis, que habían cometido suicidio, también necesita escrutinio. La implicación tácita es que los rusos encontraron los cuerpos de los adeptos Tibetanos de Agharti que estaban ayudando a la causa Nazi y que, como Haushofer, se suicidaron ritualmente.
En primer lugar, el hara-kiri era una práctica samurai japonesa, que muchos soldados japoneses en la Segunda Guerra Mundial promulgaban para evitar la captura. Los seguidores del Budismo Tibetano, sin embargo, consideran el suicidio un acto extremadamente negativo con graves consecuencias en futuras vidas.
Nunca es justificable. El informe atribuye inapropiadamente costumbres japonesas a los Tibetanos. En segundo lugar, cualquier soldado de origen himaláyico encontrado con un uniforme Nazi habría sido con toda probabilidad un mongol de Kalmyk, no un tibetano. Es más, la lucha de los Kalmyk en el ejército alemán no demuestra su apoyo de la ideología Nazi ni el apoyo de la misma por sus creencias budistas tibetanas.
Examinemos los hechos históricos, complementándolos con la información obtenida de entrevistas con Kalmyk que vivían en Munich y que habían participado en muchos de los eventos descritos con anterioridad.
Los mongoles Kalmyk son seguidores de la forma tibetana de budismo y tienen una larga historia de asociación con los alemanes. Un gran grupo de ellos emigró al oeste desde la región Dzungaria de Turkistán del Este entre 1609 y 1632. Se establecieron en Rusia a lo largo del bajo Volga, donde desemboca en el Mar Caspio. Allí continuaron su estilo de vida nómada.
En 1763, la Zarina Caterina II la Grande invitó a casi treinta mil alemanes a establecerse en la región del Volga al norte de los Kalmyks. Ella quería que cultivaran la fértil tierra y la protegieran contra los “Tártaros”. Ella trató de imponer el Cristianismo y la agricultura entre los Kalmyks, provocando que muchos regresaran a Dzungaria en 1771.
Eventualmente, sin embargo, aquellos que permanecieron en Rusia fueron aceptados, especialmente porque eran excelentes soldados. Durante las guerras napoleónicas (1812-1815), por ejemplo, el ejército ruso disponía de un regimiento Kalmyk. Durante el siglo siguiente, los soldados Kalmyk fueron prominentes en las divisiones del Ejército Zarista.
Aunque los estilos de vida y costumbres de los Alemanes agrarios del Volga y los ganaderos nómadas Kalmyk diferían notablemente, los vecinos gradualmente acabaron por respetarse. Los alemanes, de hecho, se interesaron por los Kalmyks. Tan pronto como en 1804, Benjamin Bergmann publicó un trabajo de cuatro volúmenes sobre su idioma y religión, titulado Nomadische Streiferein unter der Kalmüken in der Jahre 1802 und 1804 (Migraciones nómadas entre los Kalmyk en los años 1802 y 1804).
Sven Hedin pasó a través de Kalmykia en una de sus primeras expediciones a Dzungaria y expresó gran admiración por su pueblo.
Tras la Revolución Comunista de 1917, muchos Kalmyk permanecieron leales a las fuerzas zaristas y continuaron luchando en el frente bielorruso, especialmente bajo el mando de los generales Vrangel y Deniken. Antes de que el Ejército Rojo irrumpiera en la Península de Crimea a finales de 1920, unas veinte familias Kalmyk huyeron cruzando el Mar Negro con Vrangel y se establecieron en Varsovia y Praga.
Un número mucho mayor se fue con Deniken, la mayoría estableciéndose en Belgrado y un número mucho menor en Sofia y en París y Lión. Los refugiados Kalmyk de Belgrado construyeron un templo budista allí en 1929. Los Comunistas castigaron severamente a los Kalmyks que se quedaron, decapitando a diez mil.
En 1931, Stalin colectivizó la tierra de los Kalmyk, cerró los monasterios budistas, y quemó los textos religiosos. Deportó a Siberia a todos aquellos ganaderos que poseyeran más de quinientas ovejas y a todos los monjes. En parte debido a las políticas de colectivización de Stalin, hubo una gran hambruna desde 1932 hasta 1933Aproximadamente sesenta mil Kalmyk murieron.
Después de que Hitler invadiera la Unión Soviética en septiembre de 1941, Goebbels invitó a Berlín a varios Kalmyk prominentes de Belgrado, París y Praga a ayudar con una campaña de propaganda. Los Nazis deseaban ganarse los Kalmyk para el lado alemán contra los rusos y nunca enviaron a ninguno de ellos, mientras estuvieron en el poder, a un campo de concentración. Así, Goebbels organizó este núcleo en un comité para liberar los Kalmyk del régimen Comunista. En relación con esto, les ayudó a imprimir un periódico en idioma Kalmyk y les usó para difundir noticias de radio en idioma Kalmyk dirigidas a su país.
Cuando la Decimosexta División Panzer Nazi bajo el mando del Mariscal de Campo Mannstein tomó Kalmykia a principios de 1942, tres miembros de este comité le acompañaban. Varios kalmyk de Belgrado también participaron en la invasión, habiéndose unido al ejército alemán tras la ocupación de Serbia en abril de 1941.
El pueblo de Kalmykia dio la bienvenida al ejército alemán con mantequilla y leche, la ofrenda tradicional a huéspedes bienvenidos, como liberadores de la tiranía opresiva de Stalin. Los alemanes dijeron que desmantelarían las cooperativas y dividirían y privatizarían la tierra.
Ellos permitieron que los Kalmyk practicaran de nuevo el Budismo. En respuesta, los Kalmyk exhumaron los textos religiosos que habían enterrado para salvaguardarlos y construyeron un templo provisional. En noviembre y diciembre de 1942, sin embargo, el Ejército Rojo retomó Kalmykia y destruyó todo lo que la gente había reconstruido.
Las tropas alemanas invitaron a los Kalmyk a retirarse y continuar la lucha junto a ellos. Unos cinco mil se unieron al ejército Nazi, formando el Cuerpo de Voluntarios de Caballería de Kalmykia. Sólo unas pocas mujeres y niños iban con ellos.
Las tropas Kalmyk lucharon con el ejército nazi tras las líneas, sobre todo alrededor del Mar Azov. La mayoría de la población Kalmyk, sin embargo, permaneció en Kalmykia. En diciembre de 1943, Stalin les declaró a todos colaboradores de los alemanes y los deportó a todos a Siberia. No regresaron hasta la época de Kruschev, entre 1957 y 1960.
A principios de otoño de 1944, a la vista de la inminente invasión rusa de Serbia, muchos Kalmyk de Belgrado huyeron a Munich para evitar la persecución comunista. Un docto maestro budista y varios monjes les acompañaron. A finales de 1944, las tropas de caballería de Kalmyk que sobrevivieron en Rusia, junto con sus familias, se retiraron con el ejército alemán. Unos dos mil fueron a Selesia (Polonia) y mil quinientos a Zagreb (Croacia), donde se reorganizaron para luchar contra los partisanos.
Así, aunque varios Kalmyk estaban en Alemania y en territorio ocupado Nazi en los meses finales de la guerra, sólo unos pocos estaban en la zona de Berlín, efectuando aún labores de propaganda. Los soldados Kalmyk con uniformes Nazis estaban en Polonia y Croacia, no en Alemania. Aunque varios monjes Kalmyk practicaban rituales budistas tibetanos en los barracones y hogares de los Kalmyk en territorio ocupado por los Nazis, ellos rezaban por la paz y el bienestar de todos los seres.
No había tibetanos entre ellos y no dirigieron ceremonias “ocultas” para una victoria Nazi, como algunos relatos ocultistas de posguerra narran.
Tras la guerra, los Kalmyk que quedaban en países de Europa Occidental estaban internados en campamentos de refugiados en Austria y Alemania, sobre todo en el entorno de Munich. Posteriormente ese mismo año, la Fundación Anna Tolstoi reasentó a la mayoría de ellos en Nueva Jersey, Estados Unidos.
Tito entregó los que quedaban en Serbia a los Soviéticos, que inmediatamente los deportaron a Siberia.
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